Capítulo 12
Entrada la medianoche. Socorro estaba por terminar su jornada de consultas cuando recibió una visita que tensó el ambiente.
Era una joven chica pelinegra de cabello liso, alta y delgada, con las medidas de una Top Model.
— Uy... — gruñó la mujer tocándose el pecho. — Disculpe señorita, estoy por cerrar...
— No se preocupe... — dijo la otra. — Esto será rápido. Se lo prometo...
Socorro tomó asiento nuevamente y comenzó a echar las cartas ante la mirada fija de la chica.
— Veo... Veo... ¡Que tiene que relajarse un poco! — soltó una carcajada. — Perdón, era un chiste para relajar el ambiente.
— No suelo reír mucho, me parece una pérdida de tiempo.
— Aquí veo que su futuro...
— No me interesa mi futuro — dijo echándole las cartas a un lado. — Al contrario, soy yo la que le va a decir a usted lo que va a pasar.
La mujer frunció el ceño confundida.
— ¿Perdón?
— Verá, hoy vinieron dos chicos a consultar su futuro con usted. Uno a primera hora de la mañana y el otro esta misma noche.
— Por aquí vienen muchos chicos que quieren saber su futuro...
— No como ellos... — sonrió. — Ambos tienen una manera muy extraña de comportarse. Como si alguien hubiese intercambiado sus cuerpos...
— Oh...
— Veo que sabe de quiénes les estoy hablando... Pues bien, quiero que cuando vuelvan a visitarla, usted no les diga nada o en caso contrario, les mienta...
— ¿Qué motivo tengo yo para hacer algo como eso?
Entonces, la pelinegra sacó de su bolso un cheque con una buena cantidad.
— Es un buen motivo... — admitió gustosamente la bruja. — Aunque no sé si me harán falta más motivos...
La chica rodó sus ojos y agregó más ceros a la cifra.
— Perfecto... Seré una tumba... — aseguró. — Aunque no creo que vuelvan...
— Para ser una adivina, está usted muy equivocada... —volvió a sonreír la pelinegra. — Volverán...
— ¿Y cómo una chica como tú puede estar tan segura de eso?
— Le aseguro que volverán...
La chica se puso de pie y dio media vuelta en dirección a la salida.
— ¡Espera! — clamó Socorro. — ¿Cuál es tu nombre?
— Usted es la adivina... — le recordó. — Use sus poderes...
Al día siguiente. Oliver dormía profundamente. Debía admitir que la cama de Thiago era bastante cómoda. De pronto, el DJ le saltó encima.
— ¡Abigail vio a Renata! — gritó. — ¡Abigail vio a Renata!
El escritor despertó con el corazón en la mano.
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...