Capítulo 28
A primera hora de la mañana. Abigail entraba al estudio con cara de muy pocos amigos.
— Vamos, Abigail... — dijo Kike desde los parlantes. — Ánimo...
— Lo intentaré...
— Verás que éste se convertirá en el espacio más escuchado de la emisora... — aseguró. — Comenzamos en 4... 3... 2...
El de anteojos hizo una seña y abrió los micrófonos.
Hola, queridos oyentes, soy Abigail. Les doy la bienvenida a Domingos Felices, un nuevo espacio que les llenará de mucha energía.
Son las 7:05 minutos de la mañana, el cielo está despejado y la temperatura es de 22 grados.
La pregunta es... ¿Qué demonios hacen ustedes despiertos un domingo a esta hora?
Y Kike rodó sus ojos.
Mientras tanto. Oliver dormía placenteramente hasta que sintió un resplandor que cubría toda la habitación.
Al abrir un ojo, notó que Thiago estaba dejando entrar la luz del día desde las persianas.
— ¿Qué haces aquí a esta hora? — preguntó aún adormecido. — ¿Cómo entraste?
— Es mi casa... — recordó el ojiverde. — ¿Lo olvidaste?
— No, pero habíamos acordado que mientras estuviéramos en esta situación, nos mantendríamos en la casa del otro. Sería bastante raro que Octavio te vea aquí.
— Mi papá duerme los domingos hasta las 10:00 am, así que no intentes escapar... — reprochó. — ¿A qué hora llegaste?
— No me hables en ese tono... — suspiró relajado. — Estoy de muy buen humor...
— ¿Y a qué se debe a ese buen humor? — cuestionó. — ¿A que te acostaste con el rubio?
— Eso no es asunto tuyo...
— Te equivocas, sí es asunto mío. Estás en mi cuerpo y además... ¡Te fuiste con un desconocido!
— Bueno, si tanto quieres saber.... — hizo una pausa. — La pasé estupendo, Fede es un príncipe.
El DJ le echó una mirada asesina en medio de una respiración entrecortada.
— Eso es mentira...
— No, no lo es. Fede no solo parece un modelo australiano, también canta y habla tres idiomas, pero lo mejor de todo es que tiene un departamento enorme en el centro.
— No puedo creer que te hayas ido con ese imbécil... — cabeceaba de un lado a otro. — Tú no eres de esos...
— Viniendo de ti, parece un halago... — sonrió. — ¿Estás queriendo decir que no soy como tú?
— Pensé que eras distinto. Eso es todo.
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...