Capítulo 32
Las lágrimas de los mayores estaban presentes, pero así debía ser.
— Me siento fatal por lo que te estoy diciendo... — dijo Octavio.
— No te preocupes — sonrió Eleonor con tristeza. — Estoy segura de que allí afuera hay una fila de pretendientes que querrán ir a cenar contigo.
— No será lo mismo, porque no solo voy a extrañar ir a cenar contigo, voy a extrañar nuestras conversaciones y en especial, tu compañía. La lista de personas con las que me agrada hablar no es muy larga, tú lo sabes.
— Pero debemos ser solidarios con nuestros hijos... — recordó la mujer. — No podemos hacerles esto.
— Tienes razón, no es justo con ellos.
— Qué irónico, todo terminó porque una repartidora se equivocó al entregar el regalo que me hiciste...
El arquitecto frunció el ceño.
— ¿Perdón?
— El arreglo de flores que me enviaste con una repartidora que se equivocó... — intentó refrescar su memoria. — ¿O no fuiste tú?
— Eleonor, me siento apenado, pero ese regalo no te lo envíe yo...
— Entonces... — hizo una pausa. — ¿Quién envío esas flores?
— No tengo idea, pero no fui yo... — aseguró. — No te enviaría un obsequio a la puerta de tu casa, eso nos pondría en evidencia...
— De todas formas, ya no tiene caso...
— ¿Te puedo dar un beso de despedida? — preguntó el arquitecto.
La rubia asintió, a lo que el hombre le ofreció un corto y último beso.
— Siempre contarás conmigo, Eleonor...
— Y tú conmigo...
Sin nada más que agregar, Octavio se retiró.
Cuando por fin ambos se habían atrevido a abrirles las puertas al amor nuevamente, éstas se les cerraron demasiado pronto.
Mientras tanto. Oliver tecleaba insistentemente en su computador, trabajar contrarreloj era algo que odiaba, pero el tiempo para enviar su nuevo libro a la editorial estaba por agotarse.
En definitiva, habría tenido todo listo de no ser por el pequeño inconveniente de que ha estado atrapado en el cuerpo de su rival las últimas semanas.
Pero toda esa dedicación se vio interrumpida cuando su mascota saltó desde la ventana hasta la cama.
— ¡Tic~Toc! — exclamó aterrado. — ¡¿Por qué tienes que aparecer así?!
— No puedes negar que es una entrada con estilo...
— Siempre tan bromista...
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¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...