Capítulo 34
— Ahora lo entiendo todo... — dijo Abigail. — Pobre, supongo que tu vida ha sido un desastre últimamente...
Oliver bufó incrédulo.
— ¿De qué te ríes? — preguntó la rubia. — ¿Dije algo malo?
— ¿Cómo ha sido tu vida estas últimas semanas, Abigail?
— ¿Qué tiene de malo mi vida?
— Problemas, evidentemente no como los míos, pero bastante complicados.
— Si quieres discutir, te voy a dejar solo, porque no pienso discutir contigo.
— No quiero discutir contigo, pero es la verdad.
— ¿Qué cosa?
— Que te dejas chantajear por Ramiro cada vez que él quiere. Más que un ex, parece tu hijo.
— ¿Qué te pasa, escritor de la vida perfecta? — inquirió. — Mejor pregúntate qué vas a hacer tú con Sergio, que más que un novio parece un fantasma. Nunca lo mencionaste.
— No pretendas proyectar tus problemas en mí.
— ¿Yo? — cuestionó. — ¡Ni loca! Tus problemas son peores que los míos, solo hay que verte.
— Quieres lastimarme porque sabes que estoy diciendo la verdad, no soportas estar sola, Abigail — atacó. — Siempre has necesitado a alguien a tu lado. Incluso te planteaste mudarte con Ramiro a pesar de todo lo que te hizo porque le tienes terror a la soledad.
— ¡No te soporto, Oliver!
— ¿No me soportas? — arqueó una ceja. — ¿Lo dices en serio?
— Sí, lo digo muy en serio. Yo no le temo a la soledad.
— Nunca pudiste estar sola y ahora decides atacarme a mí, que siempre he sido tu mejor amigo.
— ¿Tú? ¿Mi mejor amigo? ¡No me hagas reír! — exclamó con ironía. — Los mejores amigos se cuentan secretos y tú no me contaste que Sergio es tu novio.
— Pero siempre estuve ahí para ti, te acompañaba en la puerta de la escuela cuando tu mamá pasaba por ti dos horas después.
— ¿De qué estás hablando? — gruñó. — Era lo mínimo que podías hacer, yo te defendía de la pandilla de Thiago...
— Y yo te abrí las puertas de mi casa cuando terminaste con Ramiro.
— Así como yo te había abierto las mías cuando tu papá te echó de casa luego de saber que eras gay.
— Pero yo siempre te aconsejaba cuando el imbécil de Ramiro te hacía llorar.
— ¡No le digas imbécil a Ramiro!
— ¡Ramiro es patético! — aseguró. — ¡No lo defiendas por tu temor a la soledad!
— ¡No le tengo miedo a la soledad!
— ¡Te vas a arrepentir de todo lo que me estás diciendo y vas a pedirme perdón!
— No voy a pedirte perdón por nada, me hundes la vida cada vez que me ayudas.
ESTÁS LEYENDO
¡ESTE NO SOY YO!
HumorEsta podría ser la historia de una amistad, una amistad preciosa. De hecho, me encantaría poder contarles la historia de dos chicos geniales, que hace años se hicieron grandes amigos y se quieren como hermanos. Me encantaría poder contarles esa hist...