2.

49.9K 3.6K 853
                                    

Todos bajaron del coche y caminaron hacia la casa donde había música.

Los mayores hablaban, los menores no decían nada.

Ambos estaban preocupados...¿No se tenían confianza? O eso es lo que se preguntó Lucas.

Entraron a la casa y nada más poner un pie dentro, una chica Rubia se le tiró encima a Lucas.

Darío aprovechó para alejarse y fue a por algo de beber. Luego felicitaría en persona a su prima.

—¡Lucas! ¿Qué tal?—Le dio dos besos en las mejillas.

—Bien.—Contestó mirando como su amigo se alejaba.—Oh...Felicidades.—La felicitó volviendo su vista a la rubia.

—Gracias.—La chica lo abrazó más.—Sabes, he preparado un juego muy divertido para hoy.

—Ah, ¿sí?

—Sí, nos vamos a divertir.

Por alguna extraña razón, Lucas se estremeció por el miedo. No sonó nada bien.

—Tengo algo de sed, ahora vuelvo. —El pecoso se la sacó de encima y empezó a caminar.

—Te acompaño.—La rubia le sonrió y le cogió del brazo.

Lucas trató de empujarla.

—No, no hace falta, saluda a tu tío y a mi padre.

La chica puso un puchero pero obedeció.

Lucas buscó a Darío, y lo encontró con otro de sus primos, el hermano de Liss. Se mordió el labio y se acercó a ellos.

—Hola, siento interrumpir, pero me lo llevo.—Lucas se llevó a Darío a los baños.

—¿Qué pasa?—Preguntó tranquilamente el muchacho mientras se veía en el espejo.

—Lo del coche...te has preguntado lo mismo que yo, ¿cierto?

Darío lo miró por medio del espejo mientras se colocaba las gafas correctamente.

—No sé, ¿qué te has preguntado tú?—Dijo, su tonto tan neutral que causaba un efecto odioso en Lucas.

—¿No confías en mí?

El de ojos grises se dio la vuelta para mirar cara a cara al pecoso.

—¿Qué?

—Lo que has oído.—Se cruzó de brazos.

Su mejor amigo frunció el ceño, confundido.

—Estás enfadado, ¿verdad?

—¡Estoy...!—El pelinegro respiró hondo.—Solo estoy un poco enojado.

—¿Y por qué?

—¿Confías en mí o no?—Volvió a preguntar.

—Claro que confío.—El moreno frunció el ceño y se colocó bien sus gafas, de nuevo.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué? No hagas que complete yo las frases a tus preguntas incompletas, me molesta.

—¿Entonces por qué no me has dicho que no te gusta nadie?—Obedeció y siguió con su pregunta.

—No es importante.—Se encogió de hombros.—Es más, el "enojado"—hizo comillas.—debería ser yo, a mi no me gusta nadie, así que da igual si te lo digo o no, en cambio a ti, te gustan varias.

El ojiverde miró a otro lado. Tenía razón.

Darío lo miró sonriendo, y suspiró derrotado.

—No importa quién nos guste, es algo irrelevante.—Puso una mano sobre el hombro del pecoso.

El pelinegro lo miró.

—Lo siento.

—No es importante.

—Pero de verdad lo siento.

Darío soltó una risita.

—Sí, sí, entiendo. Ahora vamos a fuera, pronto empezará los juegos de niños.

—Tu prima me ha dicho que nos vamos a divertir. 

—¿Ah, si? ¿En esos juegos? Son de bebés.

Salieron del baño y ya había unos cuantos niños en línea. Liss, atrajo a Lucas y lo puso a su lado, Darío se coló gracias al pecoso y se puso a su derecha.

—¡Jugaremos a pasa el papel!—Gritó un señor encargado de los juegos y motivar a los invitados.—Primero, la cumpleañera se pondrá un papel en la boca y lo tendrá que pasar a quien esté a su lado y ponerlo en su boca, y así continuamente. Y a quien se le caiga el papel, pierde.

Liss miró al ojiverde sonriendo mientras miraba sus labios.

—Nos vamos a dar un beso, así sea con un papel entre nosotros.

Oh, Lucas ya se entendía a qué se refería Liss con "divertirnos".

Darío no quería jugar.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora