11.

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Lucas metió sus manos por la camisa del instituto de su amigo y acarició su vientre mientras besaba salvajemente el cuello del otro.

Dios. Para Lucas era muy erótico hacerlo con alguien con uniforme, él ese día no había ido al instituto porque se encontraba algo mal, y ver venir a su amigo corriendo, sudado y pidiendo que lo hagan había sido el colmo para su moralidad.

Darío quería evitar ser el que recibiera, así que intentó alejar a Lucas, aunque no con mucha fuerza y eso hizo sonreír al pelinegro.

Lucas empezó a quitarle la cobarta y a desabrochar los botones de la camisa.

Uno a uno, y eso torturaba a Darío. Quería que lo desnudase ya, y al pensar eso, quería morirse, sentía el rostro muy caliente.

Lucas era consciente de lo que posiblemente el moreno estaría pensando.

Abrió su camisa y Darío levantó un poco la espalda para quitársela.

Lucas empezó a dejar besos tiernos en el pecho de Darío, sin tocar sus pezones, le iba a hacer sufrir un poco.

El pecoso empezó a simular embestidas, haciendo que ambas entrepiernas se tocaran por encima de sus pantalones. Darío quería gemir. Maldita sea. Se sentía genial lo que hacía, y apenas le estaba tocando.

Darío puso sus manos en el pantalón corto de Lucas, con intención de quitárselo, pero el pecoso le cogió de las muñecas, deteniendo sus besos y cogió la cobarta.

Ató las muñecas con la prenda y con una mano las sujetó por encima de la cabeza del moreno.

—No toques, solo aprende.—Susurró en el oído de Darío.

Darío jadeó, ¿acaso le gustaba estar atado y estar tan pasivo?

La otra mano de Lucas recorrió el cuerpo de Darío, dándole escalofríos al más bajo.

Daba besos al vientre de Dario mientras su mano se detuvo en la hebilla del cinturón y empezó a quitárselo. Genial. Ahora podía atarlo a la cama con él. Bueno, no es que fuera sádico pero le gustaba la idea de ver como Darío intentaría tocarle y no poder.

Quitó el botón del pantalón y bajó la cremallera, levantó un poco el cuerpo de Darío, y empezó a bajar sus pantalones.

Darío se quitó los zapatos con sus propios pies y eso facilitó a Lucas a bajarlos por completo.

—T-tu también quítate el pantalón —Jadeó Darió.

Lucas lo obedeció, ya empezaba a hacerle presión y a doler ahí abajo.

Lucas bajó el bóxer de Darío y este se avergonzó mucho.

—Ay Dios ...—Murmuró.

Lucas unió sus dos miembros y empezó a bajar y a subir sus manos.

Ambos adolescentes jadearon.

—Jesús...—Gimió Lucas.

Darío lo miró, el pecoso estaba algo sonrojado por la excitación, sus pecas se notaban, sus ojos verdes brillaban y sus pupilas estaban tan dilatadas que apenas se notaba ese color tan hermoso. También miró sus miembros, el de Lucas era muy grande, más que el de él...¿como iba a entrar eso en él?

—S-sabes...No soy una chica...No tengo su mismo agujero...Y-

—Claro que tienes un mismo agujero que todos tenemos.—Lucas sonrió.

Darío no había entendido bien hasta que sintió algo en su entrada.

Miró hacia abajo y vio el dedo de Lucas tanteando en esa zona.

—E-eso es asqueroso...—Dijo Darío.

—¿Seguro?

Lucas introdujo el dedo y lo movió dentro de él, le dolió un poco, pero luego sintió algo que le gustaba, luego sintió dos dedos, se abrían en forma de tijera, abriéndolo y Darío gimió.

—¿Es asqueroso algo que te hace gemir?—Preguntó divertido Lucas.

El pecoso introdujo otro dedo, preparándolo mejor.

Darío se sentía bien, pero algo le faltaba.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora