Besos indecentes (1)

47.

—¿Qué haces, bobo? Levántate.

Darío hizo a Lucas ponerse de pie. Le cogió el rostro con ambas manos.

—No pidas perdón, tranquilo, está bien.

Darío miró esos ojos verdes, estaban tristes.

Lucas levantó su mano y la posó en el vientre del moreno.

A Darío le tomó por sorpresa.

—Si, estoy gordo.—Murmuró.

Lucas soltó una risita acercando a Darío y le besó tiernamente sujetándole la cintura.

—No estás gordo.

Darío giró los ojos.

—De verdad lo siento. Ya entiendo porque dijiste "nos abandonaste". Te referías a ti y al bebé, ¿no?

Darío lo miró, ahora se sentía peor.

—Si, bueno, estaba molesto contigo, te habías ido, no tenía forma de contactarte. Pero no es tu culpa, te fuiste por mi, por mi culpa, por mi inmadurez, te causaba dolor, y te marchaste por ello. Si hubieras sabido de este bebé—tomó la mano de Lucas y juntó sus manos encima de su vientre abultado.— te hubieras quedado sin importar qué. Además, ni yo mismo lo sabía.—Rió.

Lucas metió su cabeza en la curvatura del cuello y hombro de Darío y aspiró su aroma.

—De veras que te he extrañado tanto.

Darío acarició el pelo negro.

—¿Dónde has estado todo este tiempo?

Lucas suspiró.

—Con Liam.

Darío hizo una mueca.

—Hum.—Asintió únicamente.

—No pasó nada.—Aclaró rápidamente el pecoso, levantando la cabeza para mirarlo.

—No he dicho nada.—Sonrió el moreno.

—Pero me imagino lo que estas pensando.—Frunció el ceño. No quería que Darío pensara otras cosas.

—Bueno, entendería, fueron cuatro meses, con él, estabas triste al principio, comprendería que...-

Darío fue interrumpido por un beso. La lengua de Lucas se introdujo en su boca, recorriendo todo, y Darío gimió. Fue intenso, muy.

—Si...Cuatro meses. Pero no hice nada.—Murmuró con la voz ronca, el pelinegro.

Sus rostros estaban muy cerca, respiración chocando con respiración.

—Necesito liberar.—Sonrió pícaramente.—Te necesito.

Un apretón es su trasero, hizo a Darío dar un saltito, estremeciéndose.

—Yo también te necesito.