Extra 3. Celos y Novias.

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Darío estaba sentado leyendo cuando una vibración lo desconcertó.

Miró la mesita. Un móvil.

Bueno, era obvio que era un mensaje de un teléfono. Solo que no era del suyo. Era de Lucas.

Decidió ignorarlo, solo que volvió a vibrar.

Podría ser importante, ¿no?

Darío cerró el libro y cogió el aparato.

—Mmm...

Encendió y vio mensajes de Liam.

El moreno intentó no hacer una mueca, pero fue imposible. Puso los ojos en blancos.

Liam. Liam. Liam.

Era un bueno chico, le caía bien a Darío. Solo que... Le daba cierta molestia recordar que su esposo, su Lucas, había estado con él.

Solo de recordarlo le sentaba mal.

Liam:
Hey, ¿te hace vernos?

Liam:
Necesito hablar contigo.

Hum. Darío se preguntó de que tenían que hablar esos dos, pero tampoco se metería. Liam era muy amigo de Lucas, así que era normal que lo buscara a él.

—¡Lucas!

Darío bloqueó el móvil y lo dejó de vuelta donde estaba.

—Dime, bebé.

Lucas bajaba las escaleras. Caminó hacia el sofá, quedando enfrente de Darío, de pie.

—Te escriben.—Dijo volviendo a la lectura.

Darío se hizo el que no prestaba atención, pero miró de reojo como Lucas reaccionaba y escribía.

—Es Liam, quiere quedar.—Comentó.

—Oh.—Contestó sin más.

Lucas miró al moreno. Llevaba puestas sus gafas. Era tan Hermoso.

—Pero quiero quedarme aquí con vosotros. Tarde en familia.—Propuso sentándose y abrazando al moreno.

—Deberías ir. Tal vez es importante.

—Nah. No creo, siempre quiere hablar de tonterías y beber.

Darío frunció el ceño inconscientemente.

—Ah, que bien.

Lucas se Rió.

—No me digas que estás celoso.

Darío le miró mal.

—¿De Liam? Claro que no.

—Ya, lo que tú digas.

Lucas se separó y cogió su móvil para escribir.

—Bueno, tal vez un poco.—Darío intentó llamar su atención.

Quería que su marido le hiciera caso a él, no que le escribiera a ese hombre.

—¿Por qué?

—¿En serio preguntas? ¡En el pasado el tuviste algo con él!

—Oh, vamos, fue una cosa de una noche.

Darío sintió una opresión.

—Ya te dije que no hicimos nada más que besarnos.

Oh, Darío lo había olvidado. Pero, ¿como podría confirmarlo? Solo tenía que confiar en Lucas.

—Lo que sea, tuviste algo con él y aún quedáis a solas.

Lucas Rió.

—Tu estuviste con muchísimas chicas y no solo fueron Besos, y a veces hablas con ellas.

—Son mis amigas.

—Liam lo es para mi, también.

—Lo sé. Claro que lo sé. Por eso no te pido nada...—Dijo bajando la voz. No quería controlar a Lucas, pero no podía evitar sus celos.

—Tu siempre has sido el único, amor.—Lucas cogió el rostro de Darío y dándole un besito.

—Tu también.—Sonrió.

—Sabes que no.—El pecoso sonrió tristemente.

—Claro que sí.

—Darío.—Regañó.—Has tenido muchas novias.

—¿Y? Eso no significa que haya estado con ellas.

—Pero...Me dijiste...—Lucas fue interrumpido.

—Ya se lo que te dije. Era joven, idiota y hetero.—Soltó una carcajada.—Es decir, siempre lo intentaba hacerlo con ellas; pero no podía. Siempre se me venía tu rostro, tu cuerpo y no podía.

—Vaya. Eso es bonito. Supongo.

—Eres el único.

—He estado creyendo todos estos años que has estado con muchas personas y al final resulta que solo he sido yo.

—Sí.

Lucas se le echó encima.

—Tal vez sea muy egoísta, pero me encanta la idea de que no hayas estado con nadie.

—Espero que tú tampoco.

—Sabes que no.—Lo besó.

Lucas introdujo su mano por debajo de la camisa del moreno y sus besos pasaron al cuello. Y siguió descendiendo hasta llegar al pecho.

—Espera. Los chicos están arriba.

Lucas no se detuvo.

—Estamos en el sofá, Lucas.

—¿Desde cuándo importa donde hacerlo?—Murmuró chupando un pezón.

Darío intentó no gemir.

—Desde que tus hijos iban creciendo y siendo conscientes.

—Sabes, esto me excita más.

Lucas desabrochó los botones del pantalón del ojigris y bajó los calzoncillos.

Chupó el glande mientras introducía un dedo dentro para dilatar. Darío empezó a gemir, aunque quiso contenerse.

A la mierda. Aunque no lo admitiría, Darío estaba también muy excitado por la situación.

Definitivamente estaban enfermos pervertidos.

Cuando Lucas introdujo un tercer dedos dentro del moreno, este soltó un grito.

El pecoso cogió un cojín y se lo puso en la cara al menor.

Ambos rieron.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora