Extra 1. La ropa.

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—¿Amor?

Darío siempre tuvo curiosidad sobre lo que guardaba su esposo en la caja del sótano, donde tenía escrito "privado".

Un día, de por casualidad -excusa de Darío- haciendo limpieza general, el moreno abrió esa caja, encontrando ropa de mujer en ella.

Eso le hizo acordar como hace unos años, Lucas había comprado ropa de mujer, él le había interrogado y después se quiso quedar con la ropa que Darío había comprado solo para poder espiarlo.

—Dime.

Darío subió las escaleras con ropas en sus manos y observó como el pecoso jugaba con sus dos mini-pecosos. Lucas estaba cogiendo las pequeñas manitos y les hacía cosquillas.

—¿Y esto?

Lucas levantó la mirada de sus hijos.

Sabía que Darío no estaba celoso, cualquier pensaría que tenía una amante y guardaba su ropa, pero ellos dos sabían que no era el estilo del pecoso, él no era así. Simplemente el moreno tenía curiosidad.

—Bueno, digamos que...

—¿Mmm?—Darío esperaba expectante.

—¿Te acuerdas la época donde "experimentábamos"?

Darío sonrió, que tiempos.

—Ajá.

—Bueno, tenía intención de que te...—Fue bajando el tono de su voz.

—¿Qué? No te escuché.

Darío tuvo la ligera sospecha de que el pecoso se había sonrojado un poco.
Lucas suspiró y cogió a sus dos bebés, quienes reían, y los abrazó con fuerza, como para conseguir valentía.

—Quería que te pusieras esa ropa.

Darío se sorprendió un poco, el pecoso no le miró cuando lo dijo.

—Eres un pervertido.—Rió.

Lucas bufó.

—¿Y por qué sigues conservándola?

Lucas no respondió

—No me digas que sigues queriendo que me ponga esto.

Lucas no volvió a contestar. Y Darío estalló en una carcajada.

—¡En serio eres un pervertido!

Lucas hundió su rostro entre las dos cabecitas de los niños, queriendo morirse de vergüenza.

—Tranquilo, así te amo, ahora venga, vamos a comer.

(...)

Lucas terminó de dejar dormidos a los niños en la cuna y se fue a su habitación.

Darío estaba en el baño, así que simplemente se acostó. Estaba cansado.

La puerta se abrió, mostrando a un moreno con medias, una falda y un top.

—Me veo terriblemente ridículo. Pero quería complacer tus deseos turbios.

Lucas abrió la boca pero no dijo nada.

—Eh... Mi amigo no opina lo mismo de ridículo.

Darío miró la entrepierna del pecoso, estaba abultada.

Darío se acercó y trepó, poniéndose a horcajadas del moreno.

—Vamos a jugar un rato.

Dijo antes de besar al pecoso.

Lucas metió las manos por debajo de la falda, dándose cuenta de que no tenía ropa interior.

—No me jodas.—Estaba muy caliente.

Darío rio.

—Menos mal que mañana no trabajas, te dejaré sin poder caminar.

Darío gimió cuando sintió un dedo dentro.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora