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~PARTE IX: Primera vida juntos como pareja.~

Darío se sentó con dificultad en un sillón que estaba en el jardín, mientras observaba a Lucas bajar más cajas del camión.

—¿Ya te has sentado?—Preguntó el pecoso cuando dejó la caja en el suelo y se acercó a su novio.

—Estoy cansado.

—Apenas has cogido una lámpara.

Darío lo miró mal.

—Tengo 6 meses de embarazo, ¿crees que esta cosa no pesa?

<cosa> Lucas se aguantó reírse. Era mejor no hacerlo, los cambios de humor de Darío harían que se enfade con el pecoso por tonterías. 

—Si, lo siento, amor.

Lucas le dio un beso en la frente y volvió con el chico que ayudaba con las cajas.

Darío miró su vientre.

—Definitivamente quiero que ya salgas.—Habló.

Cuando alzó la mirada, vio que una chica con pelo de color rosa, se le había acercado a Lucas, parecía haberle llevado algo de comer. Seguro sería una vecina. Una vecina muy atrevida, ¿por qué se le acerca tanto?

Darío se levantó con mucho esfuerzo sujetándose la espalda y caminó hacia el pecoso.

—Mi amor, tengo mucha sed.—Dijo tocándole el hombro.

Lucas inmediatamente se giró y le miró.

—¿Mucha? Emm...Creo que voy a ir a comprar algo para ti. Espera, ¿si?

Le di un corto beso, le dijo algo al chico que siguió bajando cajas y se fue.

Darío miró a la chica, quien le miraba asombrada

<Si...Tiene novio y espera un hijo.>

¿Darío?

El moreno frunció el ceño, ¿como sabía su nombre?

—Soy Liss, ¿no me recuerdas?

El moreno, hizo memoria. Era su prima rubia, la que tenía un enamoramiento u obsesión por el pecoso.

—Oh...Sí, la que no dejaba en paz a Lucas, sí, me acuerdo.

Liss suspiró.

—Esa misma. Mi tía me dijo que tú y Lucas estabais juntos, pero parece que se le olvidó un pequeño detalle.—Dijo mirando su tripa abultada.

—¿Pequeño? Es enorme.

Liss rió.

—No me puedo creer que estés esperando un hijo de tu amigo, yo sabía que os traíais algo desde pequeños.

Darío se sonrojó.

—¿Tú que haces aquí? ¿Sigues acosando a Lucas? Porque eso es lo que parecía antes.

—Digamos que fui yo quien ayudó a Lucas a encontrar esta casa.

—Entonces sabías que estábamos llegando.

—Evidentemente. Yo vivo a dos casas más para allá.

—¿Sola?

—Nop, con mi esposo.

Darío frunció el ceño.

—¿Te casaste? Pero...

—Si, aunque sea incluso más joven que tú.

—Pero yo no sabía nada, Lucas nunca me contó.

—Más bien nadie sabía, me he vuelto un poco...Rebelde.—Dijo señalando su pelo.

Darío sonrió.

—Pues nos tienes que presentar al afortunado.

—Claro.

—Bebé, aquí tienes.—Lucas llegó con una botella de zumo y miró confundidos a los dos.

Ellos nunca se habían llevado tan bien.

————

Literal, ya tengo el epílogo escrito.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora