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—Vale, bien, hay algo que me faltó decirte.—el moreno miró a otro lado.

—¿Qué? ¿Tienes algo malo?—parecía preocupado.

Darío sonrió; lo amaba tanto, lo había extrañado demasiado, ¿y si se enfadaba por haberle ocultado su embarazo 4 meses? No, no tenía porqué, el moreno no tenía la culpa, Lucas se fue, él no podía contactarlo.

—Vamos a casa de mamá, ahí te lo ensañaré.

Darío se acercó al pecoso y le tomó la mano, dirigiéndose a la salida.

(...)

Grace observó como su hijo subía las escaleras a la planta de arria junto a su ¿amigo? Nah. ¿Amante? ¿novio?¿padre de su hijo? No sabía, solo esperaba que su hijo le dijera la verdad al pobre Lucas.

El pecoso no tenía porque no saber que iba a tener un bebé, y por lo que ella había visto, un bebé con el amor de su vida, junto al hombre que amaba.

Suspiró.

La puerta principal se volvió a abrir, ella salió de la cocina y se encontró con Zack. Su esposo.

—hola, amor.—Zack se agachó para darle un breve beso.

—Cariño, debemos salir.

Zack miró a su esposa.

—Estoy cansado, mañana.—Caminó al salón.

—No, ahora, está aquí Lucas.

Su esposo se giró.

—¿En serio? ¿Ya sabe?

Su mejor negó.

—Precisamente por eso, vámonos, dejémosle intimidad.

Zack sabía perfectamente cómo iban a terminar esos dos, y aunque no le agradaba la idea de que tengan ese tipo de intimidad (no al que se refería su mujer) en su casa, iba a dejarlos. Darío había sufrido mucho estos meses. Debía ser comprensible con su hijo.

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Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora