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Ambos adolescentes entraron a la habitación del hotel besándose.

Darío apretaba su agarre en la cintura de la chica mientras ésta intentaba quitar la camisa del moreno.

El moreno tumbó a la chica en la cama, y se puso de pie para quitarse la camisa.

Se miró el cinturón para quitárselo.

—Ven aquí.

Darío levantó la cabeza para observar al dueño de la voz y se encontró con un pecoso con ojos verdes y un pelo despeinado.

El moreno cerró los ojos con fuerza y al volver a abrirlos se encontró con una pelirroja desnuda.

Darío carraspeó y se bajó los pantalones, y se acomodó entre las piernas de la chica.

¿Qué se hace ahora? ¿La ataría? No, eso no.

Tendría que penetrarla. Ah, mierda, eso no le gustaba a Darío.

Todo era muy cansado, él tenía que hacerlo todo, quería decirle a la chica "haz algo tú" pero eso no sería normal.

Bien, solo es meter su miembro en ese agujero, que de solo pensarlo le daba asco.

<Vale, tranquilo, es tu primera vez con una chica, es normal.>

Y se dispuso a hacerlo, aunque el rostro no era de una pelirroja, sino de un pelinegro.

Y lo besó. Aunque él se imaginaba al pecoso, era otra persona quien estaba con él en la cama.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora