23.

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Lucas se encontraba riendo mientras Elliot intentaba coquetear con una chica bastante guapa y de cuerpo precioso.

—Está loco si cree que la conquistará.—Lucas se llevó la cerveza a la boca y bebió.

—¿Tú no piensas conseguirte una?—Liam miró a su amigo. Y bebió su cocacola.

Lucas lo miró aún con una sonrisa en el rostro y negó.

—Nah, estoy bien.

Su amigo rubio rodó los ojos antes de mirarlo con compasión. ¿Qué mierda? ¿Por qué esa mirada?

—Lucas...—Empezó.—Es por Darío, ¿cierto?

Lucas lo miró sorprendido. ¿Cómo pudo adivinarlo?

—¿Qué? ¿Darío? No tiene nada que ver, solo no quiero nada por ahora.

—Ya, claro, puedes engañar a Elliot, a todos, incluso a ti mismo, pero a mí no, estás enamorado de Darío.—Soltó, como si del clima se tratase.

Lucas frunció el ceño.

—Qué tontería.—Rió.

—Oh, vamos, te he visto muchas veces poner cara triste cuando se besa con alguna chica o está con su novia.

—Eso no tiene sentido, a mí me caen bien las chicas de Darío.

Y eso era cierto, las chicas eran amables, guapas y normalmente no eran muy...fáciles.

—Ya, bueno, tú piénsalo. Lleváis muchos años juntos.

—¿Y? ¿Qué pasa? Si llevas muchos años con alguien, ya te tiene que gusta, ¿o qué? Darío es como un hermano. Igual que tú para mi.

—Bueno, sí tú lo dices...

—Sí, lo digo yo.—Afirmó y bebió más de su cerveza.

Ya le habían fastidiado la noche.

Los hermanos no tienen sexo.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora