Besos indecentes (1)

24.

Lucas entró en su casa intentando no hacer ruido.

Al encender una lámparita, se encontró a Darío cruzado de brazos en el sillón.

—Llegas muy tarde, son las 3.

Lucas lo miró no con buena cara. Estaba un poco agotado.

—¿Has estado esperando?

—No.—Darió negó, pero eso es exactamente lo que hizo.—Podías haberme avisado que llegarías más de las 12.

Lucas bufó.

—No estoy de humor, Darío, estoy cansado.

Darío se levantó rápido.

—¿Cansado? ¿Por qué? ¿Que has hecho? ¿¡ Te has acostado con alguna, verdad!?

Lucas se acercó a él y lo empujó contra la pared.

Se agachó mientras bajaba los pantalones del moreno y succionó el miembro de este.

Darío jadeó sorprendido.

—¿Crees que me acostaría con otra persona, teniéndote a ti, bebé?

Lucas lamió la punta y chupó.

—Ah...Es que...es muy tarde,Joder.

Lucas dio la vuelta a Darío, e introdujo un dedo, luego otro mientras los abría para dilatar, dejó besos en el trasero de este, en su espalda mientras el moreno gemía.

El pecoso volvió a darle la vuelta, lo levantó y el moreno entrelazó sus piernas en la cintura del oliverde.

Lucas se introdujo en el moreno mientras apretaba la cadera del último con fuerza.

Darío se mordió el labio inferior, se sentía tan bien, tenía miedo de que Lucas hiciera esto con otra persona.

—E-eres mío...—dijo entre gemidos el moreno.

Lucas no respondió nada, simplemente sonrió mientras embestía con más rapidez y fuerza.

Con un brazo sujetó a Darío y su otra mano la apoyó en la pared.

El moreno chocaba contra la pared y gemía, aunque para reprimir los jadeos empezó a morder el hombro pecoso del ojiverde.

Lucas cogió el miembro de su amigo y empezó a masturbarlo.

Darío, por el placer que le causaba Lucas, se tensó, haciendo que su agujero se apretara, y las embestidas del pelinegro, fueran más placenteras para ambos.

Lucas estaba apunto de llegar, el placer le nubló la mente, y no se percataba de lo que hacía, se sentía tan bien dentro, tan apretado, tan caliente.

Besó a Darío y se corrió dentro del moreno.

El ojigris al sentir algo caliente contra su próstata, gimió más fuerte y se descargó en mano del pecoso.