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~PARTE IV: Mismo día, después del sexo.~

—Bueno, me tengo que ir, si fueras tan amable de desatarme las muñecas, te lo agradecería.—Darío sonrió.

Lucas sonrió y se levantó poniéndose el pantalón.

—Sabes, sería muy interesante tenerte atado en mi cama para siempre y cada que vuelva de algún sitio, cansado, verte aquí, en mi cama, desnudo, expuesto y listo para recibirme.

Darío lo miró asustado, aunque en el fondo también le parecía interesante esa idea.

—Es broma, hombre.—Lucas desató la cobarta y Darío se levantó.

Miró su pecho y vientre, estaban manchados y pegajosos.

—¿Puedo tomar una ducha?—Preguntó Poniéndose únicamente los bóxers.

—¿Desde cuando tienes que preguntar para hacerlo? ¿El sexo te ha hecho olvidar cosas?

—Cállate.—Darío se levantó y casi se vuelve a sentar. Un pichazo en la cadera le hizo quedarse quieto, no miró a Lucas, de seguro se reiría. Intentó caminar normal, pero cojeó un poco por el dolor. Menos mal Lucas tenía un baño en su habitación

—Yo también necesitó una ducha.—Lucas le siguió.

—No, luego, primero yo.—Lo detuvo

—¿Tienes miedo que te lo haga contra la pared de la ducha? Podría enseñarte, así se lo haces a Megan cuando vaya también a ducharse después de haberlo hecho contigo.—Sonrió irónicamente.

—N...No digas tonterías.

—Era una sugerencia.—Dijo restándole importancia, y dándose la vuelta para recoger la habitación.

Darío miró a Lucas. Miró sus pecas en su espalda y esos hombros anchos. Maldita sea.

Cerró la puerta del baño y se quitó su única prenda, se metió a la ducha y abrió la llave a agua caliente.

Se había acostado con su mejor amigo. Un chico. No eran besos, era sexo.

Mierda.

Aunque, bueno, ya era demasiado tarde como para arrepentirse. Lo hecho, hecho estaba.

Se limpió, se puso una toalla en la cintura y salió.

Lucas estaba haciendo su cama. Darío se sonrojó, en esa cama...

—Termina de ordenar, voy a ducharme.—Lucas lo miró y se metió al baño.

Darío asintió aunque Lucas ya no estaba para mirarlo. Abrió el cajón del pecoso y cogió una ropa interior limpia y se la puso.

Empezó a colocar los cojines y a abrir la ventana, para que se ventilase la habitación. ¿Podría decirse que olía a...sexo?

El moreno empezó a vestirse cuando Lucas salió del baño con otra toalla en la cintura.

Lucas lo miró y sonrió. También empezó a vestirse.

—Oye...Lucas...Sobre lo de ahora...-

Lucas que estaba dándole la espalda, se giró alegremente y habló.

—Oh, sí, ¿tomaste nota? Espero haberte sido de ayuda...Aunque pensándolo...Parece que me has utilizado para hacerlo. Acaso...¿soy tu juguete sexual?

Lucas rió y Darío le miró confundido pero soltó una risa incómoda.

—Bueno...Sí, he tomado nota...Y no eres mi juguete porque yo no soy gay.

Lucas volvió a darse la vuelta buscando una camisa.

—Ja, si vieras como estabas gimiendo hace poco y pidiendo más.—Murmuró pero Darío no pudo oírlo.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora