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Cuando Lucas volvió a darle la vuelta al moreno por quinta vez abriendo sus piernas, Darío ya no tenía aliento para quejarse.

—Ya...Ya no puedo más.

Lucas sonrió.

—Una vez más.

—Por dios, llevo a tu hijo en mi vientre, no puedo más.—Suplicó.

Aunque Lucas quería volver a enterrarse dentro del de ojos grises, comprendió que estaba cansado.

—Bien...

Lucas se acostó a un costado y puso una mano en el vientre del moreno.

Darío había insistido en llevar puesta la camisa, no quería que lo viese así...Gordo.

Lucas acarició el bulto.

—No me puedo creer que vaya a tener un bebé. Con quien amo.

Darío le miró sonriendo,—Cuando yo me enteré me asusté, me alegré y me enfadé.

—Los cambios del embarazo te dieron fuerte, eh.

—No tanto como tú.—Sonrió perversamente.

—Me provocas y luego no quieres hacerte cargo, me parece injusto.—Hizo un puchero.

—Me asusté porque aún soy joven para tener hijos, y era tener una vida dentro, no sabía como haría para sobrellevar con ello.

Lucas se insultó mentalmente por haberlo dejado Solo.

—Me alegré porque era algo nuestro, algo de nosotros dos. Algo tuyo, que crecería en mi y sería para toda la vida.

—Hay algo más que también crecerá en ti...—Darío rodó los ojos.

—Y me enfadé porque no estabas, yo esperaba un ser dentro y no estabas, aunque no reprochaba, fue mi culpa.

—Bueno, ahora estamos juntos y vamos a tener una familia.

Ambos chicos sonrieron, estaban totalmente e idiotamente enamorados.

Puede que el niño o niña no haya sido planeado, pero definitivamente amaban que haya sucedido esa bendición.  

Serían padres, juntos, felices y enamorados.

———-

Quiero informar que no queda mucho para el final, y algunos extras. De ahí subiré otra historia chicoxchico que llevo escribiendo.

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Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora