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A mi madre y A mi.—Contestó Darío.

Su madre negó con la cabeza.

Lucas estaba más confundido. Hacia tiempo que no veía mucho a la madre de su...¿amante? No es como si algo hubiera cambiado al irse.

—Mamá...Déjanos solos.—Darío no la miró cuando habló.

Su madre asintió y se marchó.

—Yo...Yo te pido perdón, fui egoísta.—Empezó Darío.—Solo...quería decir eso...

—Darí-

—No, no, déjame hablar.—Le miró mal.—Yo sé que no fui bueno, sé que fue una mierda total, no te merezco, pero yo intentaré conseguirte, no digo que seas un objeto, pero quiero tenerte, que seas mío, porque te amo, te necesito, y estoy espe-

Sus palabras fueron interrumpidas por un beso del pelinegro.

Darío jadeó, la lengua del pelinegro se entrelazaba con la suya, ambas ya se conocían, habían extrañado esa sensación de placer, aunque solo sea un beso.

—No hace falta que te esfuerces en conseguirme, siempre he sido tuyo y lo seré para siempre.—Lucas Juntó sus frentes.—Ya me tienes, soy completamente tuyo y yo también te amo.—Continuó besándolo con unas ansias que lo mataban.

Tantas ganas.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora