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Darío se quedó un par de meses con su madre.

Dejó el departamento donde vivía con Lucas.

Estaba esperando un hijo, no podía quedarse solo en un lugar donde le dolía mucho al recordar a ese hombre.

—¡Mamá...!

—¿Qué pasa?

—Tengo sed.

—Soy tu madre, no tu esclava.

Darío hizo un puchero y tocó su vientre ya un poco abultado.

—Está bien ,está bien.

—Mmm...Tengo que estudiar. Pero no tengo el libro...¡Mamá!

—¡No! ¡Estás embarazado no invalido! Ve tú, así a tu hijo le da aire de afuera. Te la pasas encerrado aquí comiendo de todo y vomitándolo.

Darío se levantó mientras su madre le daba quejas.

El moreno bufó. Lucas tal vez por eso le había dejado. Era un caprichoso infantil.

Se puso algo decente y salió a la calle.

(....)

Al llegar al departamento se le encogió el pecho.

Tantas cosas habían pasado ahí.

Se tocó el vientre.

—Incluyéndote.—Sonrió.

Fue a su habitación y busco sus libros.

Era extraño pero estaba limpio el lugar.

—Mejor. Así no lo tengo que limpiar.

Cuando caminó a la puerta para salir de la habitación se escuchó la puerta de la entrada.

—Mierda.

¿Y si querían robar? ¡No podía permitir que le hicieran algo a su bebé o a él!

Cogió un paraguas y salió rápido.

—¡Quieto o te meto esto por donde te va a doler mucho!—Apuntó el paraguas.

—¿Darío?

El moreno se percató.

—Lucas...—Bajó el paraguas.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora