Extra 2. El sabelotodo.

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Lucas tenía 15 cuando encontró a un niño de no más de 10 años llorando en una esquina.

—¿Hola? ¿Estás bien? ¿Te perdiste?

El niño  miró al chico con manchas en la cara. 

Lucas vio los ojos color miel del chico, estaban rojos e hinchados.

—No.—Contestó únicamente.

—No es lo que parece. Tus ojos dicen lo contrario.

—No te conozco.

—Si bueno, tienes razón, pero fíjate, yo también soy un niño. Así que venga, tú dime tus problemas y yo te diré los míos.—Dijo sentándose al lado del niño.

Cogía mucha confianza rápidamente el pecoso.

El de ojos claritos miró al chico de ojos verdes con manchas en la mayor parte de su cara.

—Invítame a un helado.

Lucas parpadeó.

—Ah, bueno, saliste chantajista. Pero bien; como quieras, necesito despejarme.

Lucas se levantó y el niño le siguió.

Pidieron dos helados y se sentaron en una banca.

—Mi madre me regañó.—Contó el pequeño rubio.

Lucas siguió lamiendo su helado, no presionaría al chico, dejaría que él solo contara.

—Saqué A en un examen, mamá se enfadó.

Lucas frunció el ceño, a su edad era "fácil" sacar eso pero aún así que su madre se enfadara era extraño.

—¿De qué era el examen?

—De ecuaciones de segundo grado.

¿Qué?

—¿Cuántos años tienes?

—10.

—¿en que curso estas?

—Noveno grado.

Lucas estaba asombrado.

—Digamos que soy muy listo.

—Ya veo ya, estas en mí mismo curso con 10 años. Yo no saco A ni de broma. ¿Por eso tu madre se molestó? La mía estuviera presumiéndole a todo el mundo.

El niño lamió su helado antes de contestar.

—Mamá es muy dura.

—Se nota. Mi nombre es Lucas, ¿el tuyo?

—Liam.—Dijo.—¿Ahora tus problemas?

Lucas sonrió.

—Bueno, tengo un mejor amigo, y...Es algo complicado. No lo entenderías.

—De seguro lo haré.

Lucas Rió y miró al mocoso.

—Bien, pero no hoy. Tengo que irme. Podemos vernos aquí, si quieres desahogarte o algo.

Liam asintió y vio como el chico pecoso se fue.

¿Podría decir que era su amigo?

<Ese "para desahogarte" duró muchos años. Y se hicieron grandes amigos.>

Llegué familia.

Lucas miró mal al rubio mientras cerraba la puerta principal.

—Eso debería decirlo yo.—Le regañó.

—Oh, vamos, no seas aburrido.—Liam Rió.

—Hola, cariño.—Darío salió de la cocina.

—¡Hola, mi amor, te extrañé!—Liam fue "corriendo" a abrazar al moreno e hizo el amago de que iba a darle un beso.

—Basta con tus bromas.—Lucas apartó al chico.

Liam rodó los ojos.

—Te has casado con un amargado.—Le murmuró a Darío.

—Si, bueno, pero me hace feliz.

Liam negó sonriendo.

—¿Y los mocosos?

—No les digas mocosos.—Lucas se sacó su chaqueta de traje. Le dio un beso a Darío.

—Pero si son eso.

—Están fuera, en la piscina. ¿Qué tal el trabajo?—Darío se sentó en el sofá.

—Bien, lo usual.—Contestó Lucas sentándose al lado y abrazando al moreno.

Según el pecoso, eso a él le daba energías, oler su fragancia le calmaba.

—Sigo aquí.

Darío dejó de darle besitos al pecoso y ambos miraron al chico de pie.

—¿Qué haces aquí? Puedes irte.—Dijo Lucas apretando su agarre en el moreno.

—Me quedo a comer.

Darío Rió. Lucas igual. Liam únicamente esperaba comida.

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Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora