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~PARTE VI: Primera despedida.~

Eran las cuatro de la mañana y el moreno no aparecía.

—Liam.—Dijo Lucas cuando el rubio contestó.—Darío no aparece.

—¿Lo has llamado?

—Claro que lo he llamado. E incluso a sus amigos y amigas...y novia.

—¿Y nada?

—Nada.

—Ya volverá.

Lucas se mordió la uña.

—Eso espero...

Eran las siete de la mañana cuando Lucas se levantó sobresaltado por los forcejeos de la puerta.

—¡Darío!

El pecoso abrió la puerta y se encontró a un moreno con la llave en la mano.

—Estupida puerta. Quiero cambiar el cerrojo.

—¿Dónde estabas?

—Quita.—Darío apartó con dificultad al pecoso y se tambaleó al entrar.

—Estás borracho.—Dijo algo enojado Lucas cuando el moreno pasó a su lado, dejando el olor a alcohol.

—Todo es tu culpa.—Se defendió.

—No es lo que parecía, maldita sea.

—Dime algo.

Darío se dio la vuelta y se acercó al pecoso. Le dio un tierno beso en la boca y puso una mano encima de la entrepierna del pelinegro.

—¿Q-que?

—¿Te gustó más hacerlo con él?—murmuró en su oído.

Lucas cerró los ojos con fuerza.

—No lo hice con él.

Darío no escuchó y le quitó la camisa al más alto.

Darío dio besos por los pectorales del pecoso, y fue bajando hasta su pantalón.

Desabrochó su cinturón, y sacó su miembro del bóxer.

—Esto...Donde lo habrás metido...—susurró con cierto dolor.

—Darío...-

Lucas se calló cuando el moreno succionó su miembro, haciendo jadear al pecoso.

—Espera...Ah...—Lucas echó la cabeza hacia atrás mientras empuñaba el pelo castaño entre sus manos.

Darío quería llorar, tal vez esto le habrían hecho a su pecoso...

—Hazme el amor, no quiero tener sexo solamente.—Pidió levantándose.

Lucas lo miró a los ojos, ese color que le encantaba, lo volvía loco.

—Siempre te he hecho el amor.—Dijo mirándolo fijamente, agarrando su rostro entre sus manos.

Un jadeo de tristeza se le escapó al Más bajo.

Lucas lo levantó, y lo llevó al sofá.

Se besaban como si fuera a acabarse el mundo.

Lucas desnudó al completo a su pequeño y besó cada parte de él, disfrutando de su cuerpo.

Cuando el pecoso introdujo su masculinidad, ambos par de ojos no se dejaban de mirar. Gris y verde, unidos.

La primera embestida hizo que ambos gimieran, y que Darío se retorciera.

—Ah...—Gimió el moreno cuando Lucas dio en un punto dentro de él.

El pelinegro sonrió besando la mejilla contraria y dio embestidas más rápidas y fuertes, haciendo que el moreno gimiera con más ganas y marcara su espalda.

Darío estaba por llegar, lo que hizo que se contrayera y apretara a Lucas en su interior.

El pecoso gruñó y movió sus caderas rápidamente, terminado dentro.

El moreno al sentirse llenado, se corrió en su pecho.

Lucas le dio un beso en los labios y lo abrazó fuertemente.

—Quiero explicarte todo...

—Shh...Ya mañana.—Murmuró adormezido el moreno.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora