15.

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—Hey, ¿ya te vas, querido?—Louisa salía del salón para encontrar al moreno bajando las escaleras.

—Hum...Sí. Tengo que...—Darío estaba nervioso, ¿y si les había escuchado? Eso era muy probable, casi su garganta se desgarra por haber gemido tanto y la cama chirriaba. Sí, de seguro les habrá escuchado.

—¿No quieres merendar?—Sonrió Louisa.

—Oh, no, Gracias, tengo que ir a ver a mamá. Nos vemos.

Darío se acercó y le dio un beso en la mejilla. Y salió rápido de la casa.

Louisa vio como Darío tenía algunos botones desabrochados, y su pelo no es que estuviera muy bien peinado y no llevaba las gafas. Sonrió y negó mientras volvía al salón.

—Jóvenes.

La mujer se sentó en su sofá y siguió mirando la tele.

Lucas bajó las escaleras y se fue directo a la cocina. Estaba sediento.

Abrió la nevera, cogió la jarra de agua y se echó en un vaso.

—Hijo, ¿quieres merendar?

Su madre entró en la cocina y miró a su hijo.

—Oh, no tengo mucha hambre pero...

—Podría hacer galletas, de las que os gustan a Darío y a ti.

Lucas lo pensó un momento y asintió.

—Está bien.

—Así le puedes llevar a Darío algunas a su casa.—Su madre se dirigió a coger la harina dándole la espalda a su hijo.

—Nah, se las daré mañana, de seguro vendrá.—Lucas sonrió recordando por qué vendría mañana Darío.

—¿Seguro crees que vendrá?

Lucas dejó de beber agua y miró a su madre, aunque ésta seguía dándole la espalda.

—¿Y por qué no vendría?—Cuestionó El pecoso.

Su madre se encogió de hombros pero sonrió.

Lo miró por encima del hombro.

—No sé, pero...¿sabes? Creo que si que vendrá.—Su madre guiñó un ojo y siguió haciendo la mezcla.

Lucas miró extraño a su madre. Estaba rara. Muy.

Besos indecentes (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora