Capítulo 4
Cuatro margaritas marchitas
Día 0 del programa M.E.R: 11 de enero de 20153:00 pm
Los humanos somos seres necesitados, y con esto no me refiero a que damos lástima; solo quiero decir que estamos en la búsqueda constante de ayuda. El apoyo es nuestra mayor necesidad, pues nacimos en un mundo demasiado complicado como para vivir sin algún hombro en el cual llorar, o sin tener un par extra de oídos que te quieran escuchar. Somos seres limitados, por eso es que juntos podemos hacer más de lo que hacemos en completa soledad.
Claro que también somos seres increíblemente tercos y solemos creer que solos estamos mejor cuando siempre vamos a necesitar una o dos manos de más. Cuando nuestra terquedad se sobrepone a la necesidad de pedir apoyo, caemos en uno de los fenómenos más comunes no solo de nuestra sociedad, sino de nuestra especie. Es algo que todos hacemos, sobre todo cuando tenemos miedo de admitir que necesitamos de alguien más para salir adelante ¿El nombre de este fenómeno? Simple, es la negación.
—¡Me niego a hacerle caso a esta loca de aquí!
Y ese mismo fenómeno se estaba apoderando de las margaritas en el consultorio de la doctora Wallace.
Cloe no se quedó callada tras la información que acababa de recibir. Estaba furiosa, lo había demostrado toda esa media hora en la que se dedicó a gritarles a la doctora y a Eve. Era una total vergüenza lo que le estaban pidiendo ¿Formar parte de un programa de recuperación? ¡Pero si ella no estaba enferma! ¿Por qué Eve no terminaba de comprender que ella no necesitaba ayuda?
Lilian, por su parte, estaba muy callada. Su silencio le dejó claro a Derek que no sólo estaba molesta con él, sino que estaba decepcionada; lo cual era peor. Luego de su última hospitalización, él le juró que nunca intentaría involucrarla en grupos de apoyo, o programas como ese. A pesar de su promesa, terminaron en un consultorio con un aroma a rosas asfixiante, demasiado intenso como para sentirse natural, y con una doctora que a simple vista estaba demente. El chico no cumplió con su palabra, el miedo a perderla fue más fuerte que un juramento.
—No sé quién se cree usted, o porque le hizo caso a mi prima —continuó Cloe, con sus delgadas mejillas encendidas en rojo por la furia —, pero yo no estoy enferma. No voy a ser parte de esto, no necesito a una doctora ni mucho menos estar rodeada de gente como esta.
—¿Gente cómo está? —preguntó Dalia, alzando una ceja al escucharla —. ¿Qué quieres decir?
—No permitiré que me comparen con chicas como ustedes. Una gótica, una antisocial que a duras penas levantó la mirada de su teléfono desde que llegamos, y mucho menos con una gorda. Es patético y no me voy a rebajar a ese nivel.
—¡Cloe! —le reprochó su prima.
Sanne levantó su mirada del teléfono y observó a Cloe, enarcando sus cejas. Sinceramente, no tenía tiempo ni ganas de ofenderse por las palabras de una chiquilla cuyo esqueleto estaba luchando para sobrepasar su piel; eso sí que sería patético. Prefería seguir ojeando su cuenta en Instagram, al menos así podía disimular la confusión que le generaba toda esa situación ¿Qué hacía ella ahí? A simple vista, se notaba que las otras chicas necesitaban ayuda, pero ella comía sano, se ejercitaba, y cuidaba su salud. Entre las otras chicas y ella había mares de diferencias, así que si alguien debía sentirse ofendida por ser comparada a las otras chicas era Sanne, o al menos eso creía la morena.
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Margaritas || P.E #1
Teen Fiction"Las margaritas son frágiles, delicadas, sencillas..." Quien cree eso, es porque no sabe lo que sabe la doctora Margaret A. Wallace: Ella, especialista en desórdenes alimenticios y problemas psicológicos, sabe que el mundo en realidad es un gran jar...