Capítulo 9
Yo no te juzgo:
Día 4 del programa M.E.R: 14 de enero del 201510:00 am
La segunda sesión del programa terminó una vez cuando cada margarita terminó sus respectivos alimentos asignados. Luego, la doctora se marchó sin añadir algo más. Al final del desayuno, Cloe y Sanne estaban asqueadas. Podían sentir como los carbohidratos se adherían a su abdomen, a sus caderas, a cada centímetro de sus cuerpos...
Dalia, por su parte, se había quedado con la reflexión que les dejo la doctora. Durante gran parte de su vida sintió que un mar de diferencias la separaba de chicas como las que tenía enfrente. Burlas e insultos le hicieron creer que no pertenecía a ningún lado, que jamás encajaría en la sociedad. Es más, sin importar lo que le había dicho a Cloe, eso de que se parecían por ser inseguras, ella se sentía como una intrusa en el grupo de margaritas solo por ser la única con kilos de más.
Ver a esas chicas tan flacas sentirse indefensas e incómodas en esa sesión fue algo nuevo, extraño. De repente, sintió que su pecho se inflaba con satisfacción y no pasó mucho tiempo antes de escuchar a su subconsciente gritar unas palabras que nunca pensó que entrarían en su cabeza: ¡Las delgadas también se equivocan! Y es que creció creyendo que alguien sin lonjas en el abdomen, tenía la vida hecha. Al parecer, no era así. Lo pudo entender.
Lilian, por su parte, se sentía humillada. Ni siquiera pudo mirar a Cloe, quien se comió tan solo la mitad del plato de vergüenza que le pertenecía a ella. Y si, llamaba a la comida vergüenza porque eso era lo único que sentía al comerla...
—Me largo de aquí —soltó Cloe, sintiendo toda la comida al borde de su garganta. Necesitaba hacer ejercicio, quemar calorías. No podía seguir allí.
—Yo también —anunció Sanne, aunque Cloe ya se había marchado para ese momento. Tuvo un poco más de decencia y les sonrió a Dalia y a Lilian. Eso sí, no pudo verlas a los ojos—. Nos vemos, chicas.
Una vez Sanne se retiró de la mesa, Lilian se levantó y caminó hacia el mostrador para comenzar a hacer lo que le correspondía: trabajar. Estaba tan avergonzada que sabía que le costaría vivir el resto de ese día con normalidad. Margaret parecía tener un don para humillarla y lo odiaba cada vez más. Lilian veía los métodos de la doctora como burlas hacia ella, solo que, en lugar de ser graciosas, hacían que se despreciara más de lo que ya lo hacía. Solo le recordaba que se detestaba por ser como era, por no poderse controlar.
Por no ser perfecta.
Todo era culpa del vacío que dejaba el estrés, la ansiedad. Por eso comía, porque no sabía cómo llenar aquel hueco que nació cuando su madre se volvió alcohólica, cuando padre la abandonó, cuando se quedó sola...Todo era culpa de las rosas que él prefirió; y es que un jardinero prefiere los pétalos rojos antes que los pálidos de una margarita, ¿no? Ella misma se lo había dicho a Margaret, así que lo creía:
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Margaritas || P.E #1
Teen Fiction"Las margaritas son frágiles, delicadas, sencillas..." Quien cree eso, es porque no sabe lo que sabe la doctora Margaret A. Wallace: Ella, especialista en desórdenes alimenticios y problemas psicológicos, sabe que el mundo en realidad es un gran jar...