Capítulo 57
El taxista incómodo:
Día 363 del programa M.E.R: 9 de enero de 201610:00 am
Un árbol hace ruido al caer, pero una flor se marchita entre susurros y solo le hace falta una pequeña brisa para terminar en el suelo. Quizá eso explicaba el silencio de Lilian: se estaba cayendo lentamente.
Ella no le había dirigido ni una sola palabra a Derek desde que salieron de Chicago. Tan solo se despidió de sus hermanas y su padre en el aeropuerto, más reservada de lo usual, y se mantuvo en silencio desde ese momento. No habló en el viaje en avión y seguía igual de callada en el taxi que los llevaba a la casa del chico. Él no tenía ni idea de que ocurría, pero sabía que algo no andaba bien.
—¿Pasa algo malo? —preguntó él, queriendo terminar con la tensión instalada en el ambiente.
Por supuesto, no obtuvo respuesta. Lilian se cruzó de brazos y mantuvo su mirada fija en la ventana, el Detroit caótico al que estaba acostumbrada se hizo presente en su campo visual. Los recuerdos de la noche anterior se repitieron en su mente de una manera distorsionada: sus memorias retrataban a Silvana y a Derek cada vez más cerca de lo que estuvieron en realidad, y se convenció que había ingerido menos pastillas de las que en verdad había insertado en su boca.
Todo estaba de cabeza en su mundo...
¿Por qué depositaba confianza en las personas cuando sabía que eso era peligroso? ¿Por qué creía en la gente cuando estrujaban sus ilusiones? ¿Por qué no dejaba de ver a Detroit por la ventana y se fijaba en Derek? Quizá, de esa manera, habría encontrado una verdad que pasó por alto.
—Bien, suéltalo de una vez —Derek se cruzó de brazos también —. ¿Por qué estás molesta conmigo?
Lilian despegó su mirada de la ventana y miró a Derek por instantes. No se fijó en sus ojos solo porque creyó que no podría ver la expresión en ellos, así que solo se concentró en algún punto en su pecho.
—No sé de qué hablas —dijo ella con poca voz. Estaba más ronca de lo usual.
—Claro que lo sabes. Estás frunciendo el ceño de más, tus puños están tensos y no has dicho ni una sola palabra desde que dejamos Chicago. Eso solo puede significar que estás enojada y, considerando el hecho de que no te has quejado de Harry, o de tus hermanas, estás molesta conmigo ¿Me equivoco, Lilian?
Ella maldijo a sus adentros, él la conocía demasiado bien. Soltó un suspiro que pareció más un resoplido y trató de mantenerse fuerte. Lo doloroso ahí era que lo mucho que ella lo amaba no era capaz de eliminar todas las sospechas que habían nacido en su mente. Las dudas pueden convertirse en una soga capaz ahorcar una relación; la desconfianza en si misma podría ser la bala capaz de atravesar la confianza que le tenía a las personas que amaba.
Así, sin previo aviso, matar las ganas de amar es tan sencillo como encontrarlas en primer lugar.
—¿Te gusta mi hermana? —preguntó Lilian de manera agria. Esta vez, si lo miró a los ojos. Sin embargo, ella misma se transformó en un búnker incapaz de sentir debilidad por ellos. Estaba demasiado molesta y decepcionada como para caer por ese expresivo color café.
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Margaritas || P.E #1
Teen Fiction"Las margaritas son frágiles, delicadas, sencillas..." Quien cree eso, es porque no sabe lo que sabe la doctora Margaret A. Wallace: Ella, especialista en desórdenes alimenticios y problemas psicológicos, sabe que el mundo en realidad es un gran jar...