Capítulo 62

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Capítulo 62La verdad en un rosal:Día 750 días del programa M

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Capítulo 62
La verdad en un rosal:
Día 750 días del programa M.E.R: 11 de enero del 2017

2:45 pm

La sociedad en la que vivimos es cruel, pero eso ya lo sabes, ¿no? Por eso estás leyendo esto.

Creíste que la razón por la cual esas cuatro chicas llegaron a un peculiar consultorio tiempo atrás fue por rosas en un prado, en donde un jardinero cruel se encarga de regar a todas aquellas flores con espinas, en lugar de fijarse en las pálidos e indefensos retoños de margaritas. Está bien creer, porque para eso vivimos; pero también está bien preguntar, cuestionarse hasta el más mínimo detalle. Ahora te pido que lo hagas:

Pregúntate, ¿quién tuvo la culpa de que ellas llegaran a ese lugar?

Margaret le indicó a cada chica tomar su propia margarita, aquellas con sus nombres escritos en macetas. Acto seguido, les pidió caminar junto a ella hasta el rosal falso, ese que se extendía a lo largo de la falsa pared focal del consultorio. Era la primera vez que las margaritas se fijaban bien en aquella decoración. Siempre obviaron ese detalle, tan solo cuestionaron su utilidad cuando la doctora lo colocó en ese lugar por primera vez. Del resto, no les interesó demasiado. Así que ahora, que le prestaban atención de verdad, se dieron cuenta de lo real que se veían sus pétalos, a pesar de ser de plástico. Incluso el tallo tenía espinas falsas. Casi parecía un rosal real.

Pero todas sabían cada una de esas flores no eran más que plástico, completamente falsas.

—¿Qué hace, doctora? —preguntó Sanne al ver como esta se alejaba hasta un pequeño armario al costado de la pared.

—Buscando los materiales necesarios para esta sesión —le explicó, sacando del armario un par de palas y una regadera —. Una vez me preguntaron para qué eran las macetas bajo el rosal, pues hoy lo sabrán. Creo que sus margaritas merecen un lugar más grande para que sus raíces crezcan, ¿no lo creen?

—Oh, entonces lo de jardinería no era una metáfora —observó Dalia, al tiempo en el que se sentaba en el suelo junto con la doctora. Tenía su flor entre sus manos y una de las alargadas macetas frente a ella —. De verdad quiere que plantemos a nuestras margaritas en otro lugar.

—Y yo que creí que esta sería una de sus lecciones que incluyen ver más allá y toda esa sabiduría loca que usted tiene —habló Cloe, imitándolas a las dos al sentarse en el suelo. Lilian y Sanne hicieron lo mismo —. Bien, pásenme una pala. Comencemos con esto.

Con una delicadeza capaz de sorprender, las cuatro trasladaron sus flores hasta una maceta mucho más amplia, justo debajo del rosal falso. Las regaron y procuraron que sus raíces no sufrieran ningún daño. Tan ocupadas estaban en su labor de jardinería que no notaron como pequeñas lágrimas corrían por las mejillas de su doctora. No sé porque lloraba; quizá se debía a los recuerdos de esas chicas en su consultorio, o que el verlas tan sanas y contentas despertó su lado más sensible. O, quizá, lloraba tan solo ante la hermosura de las flores blancas recién plantadas.

Margaritas || P.E #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora