Capítulo 40
En un mundo como este:
Día 200 del programa M.E.R: 29 de junio del 20151:30 pm
Puede sonar terrible que, en pleno siglo XXI, la violencia de género no sea un término relacionado a un mito. Incluso después de un pasado en donde personas lucharon por sus derechos, ya sea por votar, por estudiar, o por ser tratadas con igualdad, se formó un presente en donde aún hay hombres que creen ser superiores en cuanto a su género. Algo que, en lo personal, me parece completamente erróneo e injusto.
La taza de feminicidios actualmente es alarmante, y la única razón por la que no la menciono es por respeto a todas aquellas que murieron a causa de un ataque machista. Ellas no son un número, tampoco una estadística. La idea de ver un dígito seguido de varios ceros no debería ser la iniciativa utilizada para detener la violencia. No debería haber ni una sola muerte causada por el género de alguien, punto y final.
Es triste pensar que se ha olvidado eso de "a una mujer no se le toca ni con un pétalo de una flor", pues hay muchas chicas que en este instante están siendo golpeadas, violadas y denigradas verbalmente, por ser del género que son. Y con esto no busco dar un discurso igual a muchos, solo estoy narrando una terrible verdad. Soy alguien que cree en la igualdad, y así como exijo que no haya más violencia machista, también quiero un mundo en donde a los hombres no se les grite, o subestime. Se trata de igualdad de género, aquí nadie merece ser lastimado ni con el pétalo de una rosa.
Por suerte para el mundo que, sorprendentemente, aún sigue girando, todavía hay hombres y mujeres que respetan aquello. Aquí es donde regresamos a la historia, para encontrar a una pareja entre miles. Siempre se trataron con igualdad, incluso antes de considerarse compatibles. Tan solo eran dos personas queriéndose, sin violencia de por medio.
Cómo debería ser.
Derek trataba de destapar el lavabo de Sweets por cuarta vez en el día. Ni él, ni Lilian, tenían idea de cómo habían conseguido taparlo, pero estaba resultando un trabajo bastante molesto arreglarlo. El jefe de ambos, quien era un hombre gruñón por naturaleza, no se molestó en llamar a un plomero. Les ordenó a ambos arreglarlo. Y así, el trabajo los consumía incluso en su hora de descanso.
El chico soltó un suspiro, molesto ante el dichoso lavabo que se rehusaba a funcionar. Su novia se mordió el labio, sintiéndose terrible ante aquella imagen. Supo exactamente lo que diría él al respecto:
—Odio este trabajo —soltó Derek, justo lo que Lilian había temió escuchar —. No sabes cuántas ganas tengo de marcharme y dejar al inepto de Joe por su cuenta.
Lilian no dijo palabra alguna, tan solo le ofreció un paño para que él pudiera limpiar sus manos cubiertas de agua sucia del lavabo. Ella también odiaba trabajar en Sweets, pero lo hacía porque no tenía opción. En cambio, Derek si la tenía. La margarita bulímica se preguntaba día tras día porque él seguía trabajando ahí, cuándo, con su promedio e inteligencia, cualquier universidad lo recibiría con los brazos abiertos. Él tenía un futuro brillante a su alcance, pero una barra de jugos se veía como un obstáculo en su camino ¿Por qué no simplemente la saltaba? ¿Por qué no se marchaba a demostrarle al mundo de qué estaba hecho Derek Osbone?
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Margaritas || P.E #1
Teen Fiction"Las margaritas son frágiles, delicadas, sencillas..." Quien cree eso, es porque no sabe lo que sabe la doctora Margaret A. Wallace: Ella, especialista en desórdenes alimenticios y problemas psicológicos, sabe que el mundo en realidad es un gran jar...