XVII

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— ¿Mejor?— asiento con timidez y me alejo lentamente.

— Grácias, Edward— me sonríe inclinando levemente su cabeza hacia la izquierda, para luego con su pulgar secar mis mejillas húmedas— me parte el alma verte llorar de esta manera, eso parece que nunca cambiará— aleja su mano y suelta un suspiro— ¿Te parece si empezamos?

— Por favor— me extiende su mano, y no puedo evitar mirarla por unos segundos ante de tomarla. Estaba un poco insegura.

— No soy el más apropiado para ayudarte, si te soy sincero. Pero siempre se empieza por algo ¿Cierto?— empieza a caminar y le sigo en silencio, dedicándome a escucharle atentamente— te llevaré a un lugar especial, a Lucia le atraía mucho.

— ¿Por qué es especial?

— Digamos que, tiene un gran pasado. Lucia no tiene mucho que ver con él, pero en algún punto conecta con ella. Allí hay algunas memorias que creo son importantes, tal vez estando allí se te facilite entender.— asiento y miro nuestras manos entrelazadas— ¿Te incómoda? Dime si lo hace, por favor.

— N-no, es solo que...— tu mano es extrañamente cálida— olvídalo.

— ¿Edward, a donde vas?— mi mirada se endurece por unos segundos pero hago a un lado mi mal sabor de boca y miro a la chica, sin sorprenderme mucho al ver a William a su lado.

— Vamos al jardín, Ashley, si nos disculpas— el hombre de hombros anchos empieza a caminar, no obstante tiene que detenerse cuando yo lo hago. O más bien, cuando alguien me detiene a mí.

— ¿Qué estas haciendo? — William me susurra, mirándome a los ojos directamente. Transmitiendome su confusión y parte de su enojo.

Y me molesta, me molesta que me cuestione y me hable como si fuera una niña cuando ella esta a su lado.

— Solo paseo, no es como si te importara en algún modo. ¿Por qué no mejor me dejas ir y sigues charlando con tu amiga? Pareces disfrutar mucho estar con ella.— al terminar de hablar mis ojos se amplian y llevo una mano a mi boca, luego de unos segundos de silencio hablo— l-lo siento.

Me giro y salgo de la casa, arrastrando a Edward conmigo. Sigo caminando, moviendo mis piernas una tras la otra con rapidez. Sintiendome avergonzada conmigo misma.

— Charlotte-

Lo ignoro y me detengo, soltando su mano para hacer de las mias dos puños llenos de frustración.

— ¿Que hay de malo conmigo?— susurro con la voz rota— no quiero llorar por todo, lo juro, pero estoy a mi límite. ¿Las lágrimas nunca se acaban?

Y entonces, quedamos en un profundo silencio, no puedo evitar sentirme culpable.

"Llorona, lo arruinas todo."

No necesito oirte ahora.

— Lo amas— declara y me parece oir pesar y derrota en su tono bajo y monotono.

— ...Mucho, pero él nunca me mirara de esa forma. ¿No lo ves en sus ojos? No le gusto, ella sí. ¿No soy lo suficiente?— mi ceño se frunce al recordar sus sonrisas, mi tristeza convirtiendose lentamente con resentimiento— ¿¡Qué me falta!? ¿Una cara bonita? ¿Un mejor cuerpo? ¿Cabello arcoiris? ¿¡Que no-

Mi palabras se estancan en mi garganta y mis ojos se clavan en los suyos. Las manos que estaban en mis caderas suben a mi cintura y me abrazan con tanta delicadeza, mientras que sus labios siguen sobre los míos y sus parpados caen con ellos mi molestia. Me encuentro haciendo lo mismo que él. Cerrando mis ojos y obligando a las lágrimas aglumeradas a caer en silencio.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora