— ¡Buenos días Charlotte! — le sonrió a la señora de cabellos hermosamente rojos mientras le saludo con mi mano — ¿Qué llevarás hoy?
— Tres libras de carne molida, por favor. Haré albóndigas hoy, a Jackie le gustaron mucho — mencioné alegre.
— ¿Cómo no? ¡Si estaban deliciosas! — la mujer exclama juntando sus manos y asintiendo muy convencida.— ¿Qué postre harás hoy?— me pregunta mientras se gira y empieza a buscar lo que le pedí.
— Galletas de chocolate — contesto sonriente mientras observo la tienda en busca de algún ingrediente que se me haya olvidado.
— ¡Oh! Te acuerdas de mí ¿Sí?
— Por supuesto Yon. ¿Cómo está tu nieta? — pregunto caminado hacia los tomates.
— Ay si la vieras, esta creciendo fuerte y saludable. Yo creo que será una beta y una de las mejores. Aquí tienes cariño— dejo el tomate que miraba con los demás y camino hacía el mostrador.
— Estoy segura de eso — le sonrió y tomo la carne empacada, dejando el billete de 10 en su mano— Nos vemos pronto, Yon.
— Hasta luego Charlotte — salgo del local viendo su sonrisa contagiosa.
Mi mirada permanece pegada al suelo de camino a la casa. Era mucho mejor ver mis pies que ser testigo de lad miradas asqueadas que solían darme la mayoría de los habitantes. A muy pocos le agradaba, entre ellos; Yon, la dueña de la tienda de comestibles, Min, el instructor de combate y Baek, el primo hermano de Seung. Duramente podía mencionar unos cuantos más. De todas formas, podían ser contados con los dedos de mi mano. Suspiré apenada y de nuevo, como otras veces, me puse a pensar en maneras de ganarme a estas personas. Pero como otras veces, no se me vino nada a la cabeza que ya no haya intentado. Y en realidad, me estaba cansando. Siempre era amable con todos, a pesar de que me hablaran de menos o simplemente me ignoraran. Ayudaba en cuanto podía, y trataba de aportar algo productivo siempre. No obstante, no importa cuanto tratara, siempre había alguien que mencionaba mi raza y todo el progreso que haya hecho se iba por la borda.
Si tan solo entendieran que yo sinceramente quería ser parte de su familia. Que yo no los veía de menos como tantos creían y que yo no venía a tratar de controlarlos y traicionarlos.
Ciertamente, la imagen de un vampiro que tenían aquí era comparable a la de un demonio.
— ¡Que hermoso!— parpadeo dos veces seguidas y levanto un poco mi rostro, lo suficiente para ver a las dos mujeres charlar emocionadamente. Sin embargo, mis ojos caen rápidamente sobre la criatura envuelta en una manta rosa chillón.
Un bebé.
Cuando me doy cuenta y miro a mi alrededor, me encuentro con más mujeres charlando entre sí. La gran mayoría cargando un bulto rosado o azul. Mi pecho se baña en calidez cuando una de ellas pasa a mi lado y la vida me permite un vistazo al adorable ser que cargaba la joven pelirosa. Mis ojos brillan y sin notarlo me acerco a ella, no obstante caigo velozmente de mi nube cuando ella me mira cautelosa y algo temerosa antes de apretar su paso y alejarse de mí.
Un martillazo directo al pecho, fue aquello.
Entristecida miro a mi alrededor en busca de testigos y choco con la mirada reprobatoria y fría de varias mujeres, incluso hombres. Mi corazón cae al suelo y sirve de ancla para mi rostro, que vuelve a hacer un pacto con el piso por el resto del camino a casa.
— Hola princesa— es lo primero que escucho al entrar a mi hogar y eso de algún modo sirve de cura para mi alma lastimada. Cierro la puerta a mi espaldas y le sonrío lo mejor que puedo al pelinaranja.
ESTÁS LEYENDO
La muñeca del pasado
Vampir"Tengo mucho miedo..." "¿A qué?" "A mí misma." ..... "Por favor, no se vayan." No me dejen caer. Ella quiere vencerme...y lo está logrando. Segunda Temporada de 'Esclava de su palabra'. Contenido relacionado a enfermedades mentales tales como la bip...