XXVI

10.3K 1K 381
                                        

  ...rta.

¿Ah?

...erta.

'¿Donde estoy?' Me pregunto vagamente, dirigiendo mi mirada a todos lados sin ver nada en realidad. No tenía caso tan siquiera intentarlo, pues mi visión estaba cubierta por una capa espesa de negro mate.

...spierta.

La desesperación empieza a hacerse paso en mi mente, volviendo de mis nervios un caos. Sollozo asustada como una niña y trato de moverme en un impaciente intento de recobrar alguno de mis sentidos. Sin embargo no consigo nada y eso solo acelera el rápido palpiteo de mi corazón. Solo activa una alerta roja en mi sistema.

Estaba en peligro.

Necesitaba salir de donde fuera que estuviera, necesitaba defenderme de cualquier manera. Huir si era necesario.

Me harían daño de nuevo sino lo hacia.

No podía dejar que eso pasara otra vez.

No lo soportaría.

No pueden herirme.

No quiero ser herida.

Él vendrá por mí.

Me encerraran.

Me matarán como lo hicieron con mi niño.

No quiero.

Quiero vivir.

¡No quiero morir, yo no debo, no puedo-

¡Despierta!

Tomando una respiración espontánea y profunda abrí mis ojos grandemente. Mi estado despertando recuerdos que deseaba enterrar.

El estado en el que me encontraba no era nuevo; mi respiración saliendo en forma de jadeos y sollozos silenciosos, mis manos temblantes se cerraron en puños que luego cubrieron mis ojos cristalizados.

Esto ya lo había vivido, lo había sentido y lo había temido.

— ¡No!— grito con un brinco sorpresivo al sentir unos brazos cerrarse alrededor de mi cuerpo. Solo ahora dándome cuenta que estoy siendo cargada.

¿¡A donde me llevan!?

Viendo el peligro mi cuerpo actúa solo. Las patadas y aruñazos se dispersan por todas partes mientras advierto a quién sea que se mantenga lejos. Luego de un par de segundos mi espalda toca el suelo abruptamente, pero muy poca atención le presto al dolor que recorre mi cuerpo, simplemente gateo lejos de aquella presencia y me quedo en la primera esquina que encuentro. Tiemblo imperceptiblemente, mi cuerpo rogando por un lugar que me brinde la seguridad que no poseo.

La huída es lo primero que cruza mi mente pero lo declino por completo. Ya lo había hecho antes y ¿Que me he ganado yo de eso? Huir constantemente no me ha dejado nada bueno.

Miro hacia todos lados en agudo pánico, maldiciendo mi vista al ser inservible en un momento como este. Trago saliva y cierro mis puños con fuerza al ver las siluetas disueltas de las persona a mi alrededor, el no saber quienes son alimentó alegre el sentimiento opresor en mi pecho.

— Charlotte.

— ¡No te acerques!— grito al ver la silueta acercarse a mí.

— Soy yo, papi— el dulce tono de la voz con acento francesa crea un recelo aún más profundo.

— Mi padre mu- — me ahogo con mi respirar y tomo mi cabeza entre mis manos, una pulsación espontánea y pasajera juntando algunas piezas— ¿Papi?

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora