XX

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Suspiro mirando el techo. Perdida entre el tiempo y el espacio sin darle importancia a nada. Me sentía tranquila puesto a que realmente no estaba pensando tanto en lo que sucedía ya. Había decidido ignorarlo por el momento y darme un descanso.

Lamentablemente, no podía dormir porque no tenía ni una pizca de sueño y en la habitación no había mada que hacer. No tenia hambre ni tampoco quería moverme.

En realidad, no quería hacer absolutamente nada. Y eso me parecía bien por ahora.

— Me dirás lo que rayos sucede entre esos idiotas y tu.— sin moverme miro de reojo a William, sonriendo amargamente al percibir perfectamente la presencia de la chica afuera de la habitación.

¿No podía moverse sin ella acaso?

Y para colmo quería que le contara algo tan personal como eso con ella ahí. ¿Qué le pasaba?

— Te lo diré luego— cierro mis ojos con lentitud y espero a que se marche.

— Esperas que me conforme con eso Charlotte. Estamos hablando de la familia de mi sobrina y tú, tengo derecho a saber lo que sucede. ¿Por qué demonios te cuesta tanto contarmelo? Somos mejores amigos Charlotte.

— ¿Lo somos?— mi voz sale más altanera y sarcástica de lo que quería. ¿Quería tan si quiera decirlo en realidad?

"No puedes quedarte callada siempre, no dejes que te pisoteen."

— ¿Disculpa?

Encontrando algo de sentido en sus palabras, volví a repetirlo con seguridad. Dejándome llevar.

— Te pregunté que si en realidad somos mejores amigos, William—  sigo sin mirarlo, manteniendo mis ojos cerrados, relajada profundamente.

— ¿Qué demonios te pasa? ¿¡Juntarte con estos gilipollas te dañó la mente o qué!? — grita rabioso haciéndome dar un pequeño salto sorprendida. Mi corazón salta asustado en el momento que sus manos me toman de los hombros y me alzan de la cama— escúchame bien Charlotte, no vuelvas a juntarte con ellos. No son una buena influencia para ti.— alejo sus manos de dos manotazos y lo fulmino, mirando sus ojos ambar con intensidad. Sintiendome enojada a la par que indignada ante su intento de mandarme.

— ¿Te haz dado el tiempo de platicar con alguno ellos? Por supuesto que no, eres orgulloso y necio. ¿Cómo puedes saber su forma de ser sin conocerlos?— su rostro se deforma y puedo sentir como la ira sale de su cuerpo, manchando su aura.

— ¡Por el amor al cielo Charlotte! ¡No hace falta hablar con ellos para darse cuenta de lo idiotas que son!— sin poder aguantar sus gritos, y sin ser capaz de controlarme le contesto:

— ¡Quizás el idiota aquí seas tu William! ¡Deberías mirarte a un espejo antes de juzgar a alguien más!— y esta vez, no me arrepiento, lo miro con la barbilla alzada, sin temor a él ni a nada.

Se sintió bien insultarlo, se sintió bien dejarle sentir aunque sea una pizca de lo que yo siento gracias a su ignorancia.

— ¿Así estamos entonces?— sonrie con amargura y me fulmina con remordimiento para luego dirgirse a la puerta— Mañana volvemos a casa, ve recogiendo tus cosas.

Y entonces desaparece dejandome con la queja en la punta de la lengua y el enojo haciendo fiesta en mi interior. Doy una patada al suelo y luego, por causalidad miro el espejo. Sintiendo disgusto al ver su sonrisa maliciosa otra vez. Le divierte verme de ésta manera, el  sufrimiento era lo que ella más deseaba. Eso era seguro.

Aparto la vista con rabia y salgo de la habitación con un portazo.

— Char- ¿Estás llorando?— frunzo mi ceño enojada y lo miro con reproche.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora