- ¿Cómo quieres que te lo demuestre? - su rostro se distorsiona en confusión ante mi cambio drástico de actitud. Sonrío mostrando mis colmillos y camino hasta él para enredar mis brazos a su alrededor.
- ¿Qué demonios pasa contigo?- susurra mirándome seriamente. Quieto en su lugar, con una pizca de sospecha rodeandole.
Rode los ojos para mis adentros y pensé en la mejor excusa posible. Pero tampoco era muy necesario, tenía al Salvatore en la palma de mi mano. Podía mentirle con la verdad en sus narices y el me creería.
- Quería recordar viejos tiempos, ya sabes, cuando era una conejita indefensa. Me emociona.- ronroneo jugando con su cabello y acariciando su nuca. Manteniendo contacto visual en todo momento para hacer creíble mi mentira.
- ¿Sino eres una conejita indefensa como antes, dime, que eres ahora? - mi sonrisa crece con coqueto encanto y me apego a él, poniéndome de puntas para nivelar nuestros labios.
Tan sencillo que es jugar con la mente de un hombre enamorado.
- ¿Por qué no lo descubres?- pregunto justo sobre sus labios. Sus manos grandes se envuelven en mi cintura y sonríe con un brillo extasiado en su mirar. Como si hubiera visto algo muy divertido, algo prometedor.
- Quizás luego de que me de un baño - se aleja de mi dejándome estupefacta por unos segundos. Pensé que me besaría. ¿Cómo pudo resistirse?- ¿No vienes? Tal vez quieras quitarte eso de encima- me señala de pies a cabeza y entonces miro mi cuerpo. Me encuentro con mi ropa desgarrada y llena de sangre pero sin heridas en mi piel.
Debieron haber sanado ya.
- ¿Qué sucedió?- le pregunto directamente, mientras lo sigo a lo que suponía era el baño.
No recordaba más allá de mi mal humor antes de subirme al auto y quedarme dormida.
- Te salvé, eso es todo.
Al él no ser capaz de verme, levanto una de mi cejas en ironía y lo fulmino un poco. Jodido idiota.
¿Salvarme a mí? Por favor. ¿De quién?
El castaño de ojos claros abre la primera puerta de la izquierda justo frente a la habitación de la que salimos y me deja entrar primero. Una vez yo adentro, el cierra la puerta a sus espaldas y empieza a quitarse su correa. Sabiendo lo que era mejor para mí, también empecé a quitarme mi ropa.
- ¿Lo mataste?- pregunto luego de unos segundos. Dejando caer lo que restaba de mi vestido verde al suelo.
- ¿A quién?- dispara en seco, mirándome brevemente antes de quitarse la ropa interior y pasar a mi lado hacia la ducha.
- A Seung, por supuesto.- me quito las bragas finalmente y me doy la vuelta hacia la ducha ya encendida.
- ¿Acaso te importa? - sus ojos se me clavan con una frialdad calculadora, supuesta a hacerme tartamudear.
- En lo absoluto, solo tenía curiosidad. - respondo firme, entrando a la ducha con y él y cerrando la puerta de cristal.
Viendo su espalda fuerte y tensa, cada músculo marcandose orgulloso. Haber traído a Seung había arruinado las cosas por lo que decido dar un esfuerzo extra tomando el jabón en gel y enjuagando su espalda. Su cuerpo sufre un espasmo ante mi toque y sonrió continuando mi tarea.
La espuma se torna roja con su sangre y luego es arrastrada por el agua hasta deja la piel morena y limpia al descubierto. Con el pasar de los minutos su cuerpo quedo totalmente limpio, brillando bajo la luz sobre nosotros.
Pero lo cierto era, que no importara cuanto tallara su espalda o cuanta agua pasara por su piel, sus pecados nunca serían arrastrados al drenaje. Esos se quedaban bajo su piel de por vida e incluso en la muerte. Lo que este hombre tenía por dentro al dia de hoy, era el jodido infierno encarnado.
Y yo era tan feliz con eso.
- ¿Qué crees que haces?- pregunta ronco, mirándome sobre su hombro. Cuando mis ojos se centran en su espalda, lo que ven son heridas sanando rápidamente. Heridas hechas por mis uñas.
- No he bebido nada en días, la sed me está volviendo salvaje. L-lo siento - me disculpo con palabras vacias y con falso nerviosismo empiezo a limpiar su espalda de nuevo.
Pero entonces se gira y me deja con la mano llena de espuma y el rostro apenado.
No me arrepentía de nada, la verdad. Ojala y le hubiera arrancado la carne.
- Bebe - ordena y me abraza hasta tenerme completamente pegada a su pecho. Nuestras pieles húmedas hacen fricción y lo miro entre mis pestañas.
No lo pienso mucho y muerdo lo que este a mi disposición: su pecho. El Salvatore mayor suelta un gruñido bajo y cierra mas su brazos a mi alrededor, sosteniendome lo más cerca posible, si es que más se podía. Yo por mi parte me dedico a succionar el líquido eminente de sus venas con los ojos cerrados mientras muerdo cada vez un poquito más fuerte.
Lo culparía todo a la sed, pero en realidad solo buscaba herirlo.
El problema: parecia que el imbécil era masoquista. Era demasiado notable, ¿Quién se excitaría al ser drenado?
Solo gente como este hijo de perra.
- Agh - suelto un quejido contra su piel cuando muerde mi hombro.
¿¡Quién le dijo que podía morderme!?
Mi ceño fruncido crece pero le sigo la corriente. Las cosas iban, en lo que cabía, bien. Si me ganaba su confianza completamente, entonces podría tomarlo desprevenido y terminar toda esta mierda de una vez por todas.
- Stephan - mi voz sale pesada y dejo de beber de su sangre. Cierro mis ojos con molestia mientras sus manos bajan de mi cintura hasta mis cadera y luego a mis gluteos. No quería hacer esto de nuevo, aquello fue estrictamente necesario .Joder, maldito vampiro necesitado.
Aún así, salto y enredo mis piernas en su cintura. Todo sea por el plan.
- Stephan- gimo ahora en su oído, mordiendo su lóbulo suavemente. Gruño un poco cuando me pega a la pared fría de la ducha y me besa con una suavidad totalmente extraña en él.
Conteniendo mi sorpresa le sigo sus movimientos mientras acaricio los músculos de sus brazos, pecho y abdomen. Después, recorro un camino lento y sensual desde su espalda hasta su cuello, de donde parto a su rostro.
Con un sonido ahogado desde lo profundo de mi garganta cierro mis piernas con fuerza a su alrededor cuando comienza su camino en mí. Suelto el aire sobre sus labios y miro sus ojos semi-abiertos. Allí lo que encuentro no me extraña, pero me crea un hueco en mi pecho.
Su vaivén es lento, delicado y de nuevo me pregunto que le pasaba por la cabeza a este lunático. Y por qué, por todo el infierno, me mira de esa jodida manera.
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La muñeca del pasado
Vampiri"Tengo mucho miedo..." "¿A qué?" "A mí misma." ..... "Por favor, no se vayan." No me dejen caer. Ella quiere vencerme...y lo está logrando. Segunda Temporada de 'Esclava de su palabra'. Contenido relacionado a enfermedades mentales tales como la bip...