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Puedo hacerlo.

Me repito por centésima vez, mirando mis pies moverse sobre el suelo brillante, siguiendo el rastro invisible que los zapatos cafés del Salvatore dejan. Estoy nerviosa, tan nerviosa que mis dedos tiemblan aunque tome la falda de mi vestido con fuerza entre ellos. El ambiente reservado que se había creado no me ayudaba para nada. No me sentia bien y creo no ser la unica. William se ha mostrado cerrado en todo el camino, mirando al frente y caminando de forma casi robótica.

Después de que Stephan me había saludado directamente y con tal familiaridad, las cosas se tornaron densas. William me miró de manera extraña y de cierta forma me reclamaba en silencio una explicación. Cosa que no pude darle al no ser capaz de soltar sonido desde que vi al vampiro dueño del lugar. No he dicho nada desde entonces, no se que decir tampoco.

"Lo dañas todo, sino hubieras venido, esto no estuviera pasando."

Solo debo ignorarla...solo eso.

Por otro lado, el padre de mi mejor amigo solo se sorprendió por algunos segundos, pero solo fue eso, una pequeña sorpresa. No hizo preguntas, ni trato de sacar a la luz el por qué Stephan me conocía, simplemente se mantuvo callado mirando de forma silenciosa y sutil al hombre a su lado. Pero él siempre había sido asi, nunca se metía en asuntos que no lo involucraran. Algo normal en un hombre de negocios.

"Mírate, no llevas ni una hora en este lugar y ya vas temblando cual hoja al viento. Que deplorable, esclava."

Ignorala.

— ¡Tío Willy! — una niña alegre sale corriendo en nuestra dirección de una puerta cercana.

Su sonrisa gigante y alegre se me contagia. Con inocencia y energía chocó contra las piernas del muchacho a mi lado, sin aun percatarse de mi presencia.

Me tomo mi tiempo apreciando las reacciones de William. Al principio pareció sorprendido, pero luego, una sonrisa incluso más grande que la de la pequeña nació en su labios rosados, a la par que su ojos se suavizan de una manera que nunca había visto. En ellos había amor paterno, ese tan especial y único que solo un hombre puede darte. Ese tipo de cariño que es protector, celoso, orgulloso y juguetón, pero lo más importante, cuidadoso.

Fue ahí que me di cuenta que mi mejor amigo sería un gran padre. Se le notaba a lenguas y eso me enorgullecía y me enternecia a iguales cantidades.

— ¿Charlotte?— parpadeo y miro la niña de cabellos blancos que ahora me mira asombrada.— ¡Hola!— mueve su mano efusivamente y me sonríe a ojos cerrados.

— Hola Khloe— mi voz sale algo rasposa, pero nadie parece darle importancia.— ¿Cómo has estado?

— ¡Muy bien! Tengo nuevas muñecas, ¿Quieres jugar conmigo? Anda, di que sí, di que sí— toma mi mano izquierda y me mira con un ligero puchero. Sonrío con ternura.— ¡Por favor!— mueve mi mano con energía y no puedo negarme

— Por-

— Khloe, ¿Que te he dicho yo de esto? — la voz madura de una mujer interrumpe mi contestación. Alzo mi mirada y veo a la peliblanca parada junto a su madre. Si no fuera por que las conozco, facilmente diria que eran hermanas— ¡Oh por Dios, Charlotte!— en menos de un segundo ya me tiene presa entre sus brazos pálidos. Rio un poco y le devuelvo el gesto, aplicando algo más de fuerza de la necesaria al sentir mis emociones a flor de piel.

— Hey— saludo en voz baja, y cierro mis ojos.

Puedo soportarlo.

"¿Eso crees, muñeca?"

— Vamos, vamos. Tomemos algo mientras nos ponemos al día.— se aleja y toma mi mano, arrastrandome con ella hacia una puerta oscura— Charlotte ¿Cómo están tus padres?

— Bien— contesto con timidez, perdí la confianza tan pronto Gabriela rompió el abrazo.— Te mandan saludos.

La peliblanca asiente con una sonrisa y entra a la habitación, yo le sigo de cerca. Tratando con todo el disimulo posible alejarme de los hombres presentes. Escondiendome tras la espalda curva de Gabriela.

"Pareces una niña tonta escondiéndose tras la falda de su madre. Das pena querida."

— ¿Y ya van trabajando en un segundo hijo?— la voz de Belinda resuena en mis oídos tan pronto estoy dentro. El tono sugerente y juguetón presente en ella.

— ¡Mamá!— Gabriela se gira hacia la peliblanca mayor y le grita con reproche. Luego, cuando la risa de su madre opaca sus quejas, se gira hacia mi y me señala un sofá.— ¿Quieres té, agua, café, sangre?— me pregunta con hospitalidad, parada frente a mi, tomando todo mi campo visual.

Tampoco es que quisiera ver todo aqui, solo quería irme de allí. Lejos, muy lejos de toda esa pesadumbre.

— Estoy-

— Sirvele sangre— William se sienta a mi lado, sin mirarme en ningún momento. La ojiazul me mira inquisitiva, preguntándome de manera silenciosa si estaba de acuerdo. Asiento sin ganas de empezar algún nuevo argumento con el castaño, porque sabía que si me negaba, él no me dejaría en paz.

"Eres la definición perfecta de una marioneta."

Cruzo mis piernas y concentro mi mirada en la niña que con alegria se sienta en el regazo de mi mejor amigo. La veo reír y aplaudir emocionada mientras le cuenta de sus aventuras.

Y, aunque la escena me pareciera lo más tierno y cálido que había visto en toda mi vida. No me vi capaz de sonreir. No en ese lugar, no con esas personas y no conmigo misma.

Aparto mi mirada de ellos y miro el suelo. Pienso en que esto al final, no fue buena idea. Me recalco que, aunque hayan personas conocidas, me sigo sintiendo apresada y excluida. Nada bueno habia pasado desde que pise este territorio. Y presentía que nada bueno saldria tampoco.

— Charlotte, ten— una copa de cristal con el elixir de la vida es extendido frente a mí. Lo miro con recelo pero trato de ocultar mis emocionas lo mas rápido posible.

— Gracias— lo tomo con ambas manos y miro su interior. Sintiendo nada más que inquietud al ver el líquido moverse.

¿A causa del sufrimiento de quién, tengo yo esto?

— De nada, oye ¿Que te sucede?— su susurro es apenas audible cuando se inclina hacia mí. La miro pasmada, conectando mi azul mar con su azul claro.

" ¿No te digo yo? Ni para ocultar algo eres buena. ¿Por qué no te ocultas y ya? Es mucho más sencillo, aunque siendo tú... posiblemente sea un fracaso."

— Nada. No te preocupes, solo tuve una mala mañana— le sonrío y ella asiente, aun con una mirada consternada en su rostro.

— Hablaremos mas a fondo en un rato— dice y mira a su hermano, quien estaba muy enfocado en su sobrina. Una sonrisa encantada crece en sus labios finos y luego me mira. No comprendo su mirada, pero es muy parecida a la que su madre suele darnos a Will y a mí de vez en cuando.

— Hola— una nueva voz se presenta y tengo que mirar al dueño para reconocerlo. Quiero irme de nuevo tan pronto veo quien es, quiero que la tierra me trague cuando, por primera vez, miro a mi alrededor.

Cuatro pares de ojos me observan detenidamente, en silencio y falsa ignorancia. Cuatro hombres, en diferentes lugares de la habitación me escrutan con fervor, me miran sin cesar. Mi nervios se elevan a un nivel que no pude imaginar, siento el ataque de pánico tocar a mi puerta mientras intento controlar mi respirar.

Definitivamente, no habia sido buena idea.

Necesito salir de aquí.

— Te presento a mi esposo, Joel Salvatore. Amor, ella es Charlotte, la mejor amiga de mi hermano y mis también.— quiero devolverle la amable y cariñosa sonrisa que me ofrece, pero no puedo. Soy incapaz de apartar mis ojos de los del castaño.

— ¿Charlotte?

"No podrás con esto esclava, caeras y yo estaré aqui para verte."

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora