XXXV

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— Charlotte, ven date prisa— miro a mamá con una sonrisa y camino hasta ella. Tiene un vestido en sus manos el cual mira con emoción latente y contagiosa— mira que hermoso es. ¿Te gusta?

— Sí —  aseguró, pero en realidad, en lo profundo de mi pecho aquel vestido no me convencía.

— Ve, pruebatelo — sonrío incómoda y acaricio la tela del vestido.

Evitándole una decepción a mamá me encamino a los vestidores con ella pisándome los talones. Miro el vestido con derrota disimulada por desinterés. Ciertamente era hermoso, pero muy extravagante para mi gusto sencillo. Le brindo una última sonrisa a mamá antes de entrar al pequeño cubículo y quitarme mis prendas.

Succiono aire entre dientes al ver mi reflejo en aquél espejo honesto. Las marcas en mi cuerpo ya se habían tornado violaceas y ahora se veía claramente su silueta. Toco una por curiosidad absurda y chilló para mis adentros. Dolía bastante.

No entendía porque no sanaban.

Suelto aire y una vez mas en lo que va de semana a la vez recuerdo aquella pesadilla. Había sido horrible y del solo recuerdo mi cuerpo tiembla asustado. Un nudo se forma en mi garganta y me abrazo a mi misma. Pero aún así, la sensación de no estar sola seguía asechando mi desordenada alma.

Miro por última vez el vestido antes de ponermelo, tenía demasiados adornos. Muchas piedrecillas blanco perlado y bastantes diamantes incrustado. En mi punto de vista todo aquello era excesivo. Sin embargo entro en el y salgo de las cuatro paredes para que mamá pueda verme.

— Oh cielos — susurra cubriendo su boca con sus manos. Camino hasta ella cuando sus ojos se cristalizan y acaricio sus antebrazos— te ves...tan bella. Tan hermosa.

Le sonrió reconfortante y le doy un abrazo. Mientras lo hago, pienso que este es el vestido que debo escoger. No obstante , en lo profundo de mi cabeza hay una vocecilla que me lo niega insiste. Frunzo levemente el ceño con ojos cerrados. Mamá estaba muy emocionada con esto, no podría simplemente descartar su ilusión de esa manera.

— Ana, mi hermano te llama, se niega a entrar. Dice que este lugar es una maldición— la tía Felicia menciona cansada de las actitudes de su hermano menor.

— Oh cielos— sisea esta vez con amargura. Me mira con ojos cansados y suelta una suspiro prolongando antes de empezar su camino a la salida.

— ¿Ese es el que piensas escoger?— tía me mira de pies a cabeza y achica sus ojos un poco. Como si algo no estuviera bien.

— No estoy segura aún.— murmuro y me volteo hacia el espejo más cercano.

— Eso lo escogió tu madre— asegura— quítate eso y ve a escoger uno que te guste. Que al final la que se va a casar va a ser usted.

— Pero mamá se veía muy contenta.

— Estará bien, tu madre entiende mejor que tu padre. Solo dile que te gustó más otro y listo, porque honestamente ese vestido no se ve como tú.— finaliza dejándome con aquella decisión que me anclaba en mi lugar frente al espejo.

Tomo aire y lo suelto hacia arriba, haciendo que mi flequillo dance por segundos sobre mi frente.

Vaya dilema el mío.

+

Dejo el decimo vestido que he visto en los últimos 20 minutos en su lugar con un desgano enorme. Luego me cruzo de brazos y miro de rojo a la chica que felizmente celebraba que el encuentro con su vestido ideal.

— Felicidades — murmuro con la mirada agotada sobre el vestido que ella tenía. Ciertamente era hermoso y si lo hubiera visto antes probablemente lo hubiera tomado.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora