XXXIX

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Las mañanas siguientes estuvieron llenas de una paz fantástico, de contactos cursis y efímeros que me calentaban en alma. De palabras profundas dichas con facilidad y miradas furtivas. En fin, llenas de un amor viejo que seguía igual de joven como los primeros días.

Del tema no se volvió a hablar, pero tampoco se evitó precisamente. Simplemente lo dejamos en un beso delicado y un acuerdo sin palabras. Pero yo sabía que en ambos la culpa aún vivía. Por diferentes razones pero allí estaba y no sabía cuanto resistiriamos esta vez. Cuánto podríamos callar sin destrozarnos por dentro hasta el punto de no poder ocultarlo más.

El choque abrupto del cuchillo contra la tabla de madera esparció todo pensamiento en mi mente. Solté una pequeña maldición mientras alejaba mi dedo ensangrentado de la comida. Solté aire hacia arriba, moviendo los mechones de mi rostro e infle mis mejillas notando ahora el olor a quemado de los vegetales.

Genial, tendría que hacerlos de nuevo.

Lavé mis manos con el ceño fruncido, borrando todo rastro de sangre de mi piel. Que fastidio, ahora la comida tardaría aún más.

Con calma pero no menos molestia tiré la comida malgastada al basurero y deje la sartén en el lavaplatos. Me disponía a buscar las cebollas, los pimientos y los ajos en el refrigerador, pero mi tarea se vio cortada por los pequeños pero poderosos toques en la puerta principal.

Salí de la cocina algo extrañada e intranquila. Seung tenía llave y en realidad yo no conocía a nadie aún. Sin embargo toda negatividad se fue con la suave brisa que paso por cuerpo cuando abrí la puerta y miré hacia abajo.

- Hola pequeño, ¿que haces aquí solo?- observé atenta y amable al niño frente a mí, tenía una cajita en las manos y me miraba como si yo fuera algo extraño pero fascinante.

- Hola me llamo Jack y tengo siete años.- su voz aniñada y dulce enternece mi corazón y mi sonrisa se suaviza aún más.

- Hola Jack, es un gusto conocerte. Soy Luci- - abro mis ojos ante mi error pero me recobro rápidamente- Charlotte Lucia, quise decir.

- Ah, ¿tienes segundo nombre? ¡Que cool- el pequeño sonrió ampliamente pero luego frunció el ceño e hizo un puchero- ¿Cómo te llamo entonces?

- Dime Charlotte, así me conocen todos- le contesto suavemente y observo con más atención la cajita. Era negra, mediana y cuadrada. Eso era todo. No podía descifrar nada más- ¿Qué te trae por aquí Jack?

- ¡Ah verdad! Papá me envió a traerle esto al Alpha- sacudió la caja en sus manos y luego susurro un 'ops' demasiado tierno- me dijeron que no la moviera mucho, se me olvidó.

- El Alpha salió hace no menos de 20 minutos, pero me dijo que volvería rápido. ¿Quieres dejar la caja o prefieres entrar a espe-

- ¡Entrar!- dijo el pequeño pelirrojo emocionado. Le sonreí endulzada y me hice a un lado para que entrara.- ¡Wow!

- ¿Te gusta?- pregunté guiandolo a la sala con una mano descansando sutilmente en su cabeza.

- ¡Mucho! ¡Es muy bonita!- gritó- igual que tú.

- Aw, gracias Jack eso fue muy lindo de tu parte. Puedes venir cuando gustes- y como si ahora fuera que procesara lo que había dicho, el muchachito se puso como un tomatillo.

- ¿E-en serio?- susurro esperanzado y avergonzado. Le asentí segura y tomé el control del televisor para poner unas caricaturas.

Aquello cautivo al instante la atención del infante, quién dejó la caja en la mesa y corrió al sofá.

- ¿Quieres algo de comer o beber?- dejé el control junto a la caja y me dirigí a la cocina.

- ¡Por favor!

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora