LIV

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Cuatro años antes.

— Seung, voy salir. Volveré mañana.— aviso mientras bajo las escaleras con la maleta en la mano.

— ¿A donde vas?— me pregunta desde el sofa, con Baek a su lado. Cuando miro la televisión, veo los muñecos animados.

— Voy a casa de mis padres. ¿No quiere venir?— sabía la respuesta a esa pregunta, pero siempre preguntaba de todas formas.

— Hoy no puedo, quizá la próxima. Me llamas cuando llegues.— asiento y estiro mi mano hacia el pequeño niño rubio.

— Vamos Baek, a ver a abuela y a abuelo.

El niño baja del sofa con prisa y corre hasta tomar mi mano. Se le ve alegre, emocionado y yo sonrió por él. Siempre sonreía por él.

— Te ayudaré con eso.— el peli-naranja imita a Baek y toma la maleta de mi mano para salir con las llaves de auto.

Lo sigo en silencio, con mi hijo tomado de la mano. Cuando el coche se abre, monto primeramente al rubio en su asiento protector.

— Ten corazón.— le tiendo el biberón con sangre cálida para entrenerlo mientras le pongo los cinturones — Vamos  a ver que esto este bien amarrado — murmuro pa mi misma durante el proceso — Ujum, sí. Ya está.— le sonrió rápidamente y beso su frente — Cosita hermosa.

— Ten, recuerda llamarme o al menos escribirme— asiento una vez más y tomo la llave del automóvil. Estoy dispuesta a girarme e irme pero su agarre en mi muñeca me sorprende.— ¿Paso algo?— lo miro confundida y el me mira sin expresión por un segundo antes de besar mi labios delicadamente.

— Conduce con cuidado — susurra sobre mis labios y yo aun sigo embelesada en aquella caricia ahora extraña entre nosotros.

Asiento una vez mas y me giro dudosa y ruborizada hacia el coche. Rápidamente me subo y arranco tan pronto puedo. Mientras lo hago, veo su reflejo en el espejo de la puerta.

Y no se que esta pensando.

******

— ¡Charlotte! — el pelinegro ni siquiera me deja poner bien la maleta en el suelo cuando ya me tiene ahogada en su pecho.

— Papa, no puedo respirar— digo entre respiraciones cortas. Su perfume ocupando todo mi aire.

— Hace semanas no te veo mi pequeña. ¿Que esperabas? — sonrió cuando deposita un beso en mi frente. Finalmente me suelta y mira a Baek, quien esta tomado de mi mano. — ¿Y mi campeón favorito? — el pequeño rubio ríe adorablemente y suelta mi mano para extender sus bracitos hacia su abuelo. — ¡Mira que grande estas!

— Hola mamá.— saludo al verla sonreír a unos pasos de nosotros.

— Hola cariño. — el mayordomo se acerca a mí y con amabilidad toma mi maleta. Después mama besa mi mejilla en un saludo maternal.— vamos a dentro, la comida esta recién servida.

Asiento y miro a papa, asegurándome que Baeke estuviera en sus brazos antes de seguir a mama al interior de la casa. Sin embargo, no esperaba encontrarme con él en la sala de mi casa.

— ...William — las cosas se habían vuelto un poco extrañas entre ambos. Ya no existía la misma confianza y luego de que saliéramos de la mansión Salvatore todo quedo en standby. Por unas semanas nos hablamos por teléfono e intentamos revivir esa amistad tan bonita que teníamos... simplemente no surgió de nuevo.

— ¿Cómo estas?— pregunta mientras se levanta del sillón para saludarme con dos besos en las mejilla.

— Bien, todo bien. ¿Y tu?— le sonrió lo mas natural posible y empiezo a caminar hacía el comedor, el me sigue de cerca.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora