— ¡Tienen que estar en algún lado!— gritó aquél pelinaranja por primera vez en estos dos días.
La mesa queda en silencio profundo. Los miembros de la manada Cho se miraron discretamente entre sí, asustados de tan si quiera respirar muy alto. El Alpha usualmente era un hombre calmo, amable y condescendiente. Eran las contadas las veces en las que en aquél asiático se veía la ira, hoy siendo una de esas pocas. Finalmente una silla es movida, interrumpiendo por fin la tensión del lugar. Segundos después Seung fue sacado de la sala por su tío, quién se disculpó con una breve reverencia por ambos.
— Tienes que calmarte — me riñe una vez la puerta esta cerrada y solo quedamos él y yo en el pasillo. Lo miro cansado y enojado, él no podía pedirme tal cosa.
— Llevo calmado dos putos días. A mi no me jodas.— escupo sin pensarlo mientras me alejo de él. Mis manos llegan solas a mi cabello y allí se enredan. Un viejo habito que denotaba mi ansiedad.
— Mira, Seung. Entiendo-
— Entiendes mierda — siseo, mis ojos cayendo pesados sobre él pelirrojo. — mi esposa está en algún sitio sola con un sicópata. Un enfermo que dice amarla pero que en realidad lo único que ha hecho durante todo el tiempo que lleva conociendola es dañarla, y que no dudo este haciendo lo mismo ahora.— dolía decirlo porque lo estaba imaginando. Más bien, recordando.— A mi no me digas que me calme por que juro que tiro la casa abajo.— termino en un pequeño susurro que suena sumiso pero en realidad es solo el cansancio de pensar tanto. La derrota silenciosa de no verla, de no saber cómo está.
— ¿No puedes sentirla? Es tu esposa después de todo, la has marcado.— mis manos caen a mis costados muertas y le doy la espalda por unos segundos.
— No puedo — respondo sin querer tocar más el tema. No quería hablar del asunto y no porque me molestara, sino porque no quería pensar en ello por el momento.
— Es imposible. La marcaste. Ya consumaron el matrimonio ¿Cierto?— quiero decirle que eso a él no le importaba, pero sabía que le debía al menos una respuesta. Por más vaga que fuera.
Era mi tío y antigüo alpha de la manada. No era un extraño y para ser sinceros, era lo más cercano que tenía a un padre.
— ...no.
— ¿Qué? ¿Me estás diciendo que viviste dos meses con ella y no hicieron nada?— lo miro brevemente, apartando rápidamente mis ojos al sentirlo juzgarme. Quizás hubiera sido mejor no decirle nada.
— No se sentía correcto. Punto. — digo defensivamente, moviendo mis piernas en dirección a la salida. Quería escapar de la conversación pero mi tío tenía otra idea en la cabeza.
— Son marido y mujer.
Rechino mis dientes y aguanto mi lengua para no empezar un problema.
— Hay una historia tras de esto Tío. Yo me entiendo.— le cortó por completo y abro la puerta blanca de redecillas.
— Al menos debes sentir remotamente cuan lejos esta.— continúa, siguiendo cada paso que doy.
— Sigue en Londres, es lo único que sé.
— Aún sigue cerca, eso nos bastará. — a mí no me basta, pienso con amargura— Ya hemos enviado dos grupos, uno al Norte y el otro al Sur. Hoy se enviaran dos más, Este y Oeste. ¿Con cuál piensas ir tú?
— Yo iré con mis hermanos.— le aviso mientras busco mi celular en el bolsillo delantero de mi pantalón.
— No creo que sea buena idea— lo miro de reojo sin prestarle importancia y marco el número de Edward.
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La muñeca del pasado
Vampir"Tengo mucho miedo..." "¿A qué?" "A mí misma." ..... "Por favor, no se vayan." No me dejen caer. Ella quiere vencerme...y lo está logrando. Segunda Temporada de 'Esclava de su palabra'. Contenido relacionado a enfermedades mentales tales como la bip...