XXI

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— ¿Quieres recorrer la casa o prefieres que nos marchemos? Entenderé si te sientes incomoda— niego sin especificar realmente lo que quiero. Mi pecho arde en silencioso remordimiento y mi mirada no es capaz de aguantar la suya.

— ¿Quieres irte?— niego otra vez y trago saliva, preparándome para hablar.

— Quiero ver la casa...siento que debo hacerlo— dejo la taza sobre la mesilla al lado del sofá y me pongo en pie, esta vez mirando los ojos rasgados del muchacho.

— Bien, sigueme— veo la duda en su mirada antes de que se gire por completo, y aún cuando su ancha espalda esta frente a mí, me mira de reojo como esperando que algo malo pase.

Igualmente, no le tomé mucha importancia y me concentre en el pequeño y cálido hogar. Aunque siendo sincera, estaba parcialmente perdida en mis propios pensamientos, no, esa no era la palabra: sentimientos, esos eran los que me mantenían presa. Me atormentaban en silencio y no sabía como exactamente lidiar con ellos. ¡Por los cielos! No sabia que debía hacer con todo esto todavía ¿Porqué tan siquiera permanecía aquí, con él?

Solo seguía porque debía hacerlo, porque ella me había prometido que al final todo volvería a ser como antes. Eso es lo que sigo repitiendome, pero ahora ya no estaba tan segura que solo fuera por eso, ya no estaba segura que solo tuviera sentimientos por William. Y eso me asustaba a la par que me preocupaba, ahora luego de que las memorias de esta casa me llegaran, fue que me fije un poco más en mis sentimientos. Fue que me di cuenta que el problema era más grande que lo que creí.

Mis emociones ahora mismo estaban fuera de control, no podía parar de pensar en ellas ni aunque tratara. No podía parar de pensar en todo lo malo que se avecinaba si ellas crecían más de la cuenta, más de lo que ya en tan poco tiempo habían crecido gracias a las memorias que he ganado últimamente. No sabía cuantas podría tomar en total, que era lo correcto en estos casos. Seguir mi cabeza o dejarme  llevar por mi corazón, eran dos cosas distintas que me tenían entre la espada y la pared. La razón me decía  que mis emociones eran solo pasajeras, efectos secundarios de los recuerdos. Mientras que mi corazón me recalcaba que todos y cada uno de esos chicos me tenían presa en sus redes y que esto era real, que lo que sentía estaba ahí y ahí se quedaría.

¿A quién debía creerle?

"¿No te parece que estas yendo muy rápido, y demasiado lejos? Diablos, aún piensas como una adolescente."

¿Entonces que crees que debería hacer? ¡Lo único que haces es criticarme!

"Agh, niña, estas simplemente confundida, tus sentimientos sí son reales, princesita. El cariño, el amor, el respeto y el odio, cada uno es tan real como tu carne. Están impregnados en tu ser tanto como tu alma. Lo que sucede es que aun no sabes a quien le pertenece cada uno. Tienes una idea pero no tienes ninguna pista."

Mi animo decae aun más, no viendo final a todo esto. Tampoco le veo el sentido ni mucho menos la lógica. ¿Porque no podía simplemente decirme todo y listo?

Y para colmo, tendría que hablar con William.

¿Como le miraría a la cara luego de gritarle? Y ahora que no estoy segura de quererlo como antes, será mucho peor. Aunque él no sabía nada de mis verdareos sentimientos...

"Superalo de una vez, solo suenas como una niña encaprichada."

Mi ceño se frunce ante su insistencia irritadora. ¿No podía dejarme en paz por unos minutos?

No sabes nada, ni siquiera sé por qué hablo contigo. ¡Apenas llegaste hace unos dias!

"Y fue lo suficiente para darme cuenta que aun no has madurado. Estoy cansandome de repetirtelo. Crece ya, o terminaras muy mal."

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora