XIX

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— Charlotte, ¿te parece si damos una vuelta luego del almuerzo? Quiero mostrarte algo, claro si no quieres no hay problema.

La voz masculina se escucha a mi lado y sé que es Seung. Nunca olvidaría su hermosa voz, moriría si lo hacía pero, ¿A quién le hablaba?

¿Quien era esa tal Charlotte? Y ¿Porqué la invitaba a salir? ¿Una amiga?

Miro a mi alrededor en busca de la tal Charlotte. No conocía a nadie con ese nombre, y no había nadie más que ellos dos y yo.

— ¿Qué buscas?— miro a Seung con algo de reproche mezclado con gran confusion. No obstante, tan pronto lo enfoco quedo completamente sorprendida e incluso asustada.

¿Eran eso...colmillos?

Doy un paso atrás con el corazón chocando con fuerza contra mis costillas y lo miro de pies a cabeza. Tenia el cabello un poco más largo y había tomado algo de color, como si se hubiera bronceado, ya había dejado su extrema palidez atrás.

— ¿Charlotte?— parpadeo y frunzo mi ceño.

¿Char-....

Me quedo completamente en blanco y cuando recobro el sentido del tiempo mi alma cae muerta a mis pies.

Todo lo que paso minutos atrás regresa a mí de golpe, lo que ví, lo que sentí. Cierro mis puños fuertemente al igual que mis ojos. Reteniendo un quejido causado por la punzada en la parte trasera de mi cabeza.

Por un momento... olvidé quién era.

¿Cómo es eso posible?

"No te lo dije, cariño. Somos la misma persona, la misma alma. Solo estás recordando."

Pero no tiene sentido...

— ¿Te sientes bien?— la mano de Seung toma mi hombro y da un pequeño apretón, trayendome de vuelta a la realidad.

Aún así, mi vista se dirige hacia la ventana en busca de él. Un sentimiento fuerte y burbujeante en mi interior, en lo más profundo de mi alma. Apenas esta allí del todo, es como un temblor imperceptible.

No puedo evitar sentirme intraquila por ello. Porque ese sentir no es bueno, es todo lo contrario.

Aparto la mirada de la ventana desolada y tomo aire de manera pausada y casi torturosa.

— N-no— reconozco cuando noto las pequeñas punzadas en mi cabeza y la pesadez de mi cuerpo.

— Vamos adentro, ¿Puedes caminar sola?— asiento y doy un paso, segura de mis capacidades, pero parece ser que mi cerebro esta muy aturdido como para mandar la señal correcta.— hey, no te muevas, déjame ayudarte— envuelve su brazo alrededor de mi cintura y me mira preocupado. Me pierdo en sus ojos rasgados, sintiendome bien al saber que alguien se preocupaba por mí, que él se preocupa por mi— ¿Estás ahí?

— S-sí yo...estoy aquí— susurro, con la sensación de haber vivido esto antes aunque, a la misma vez, desconociendo el sentimiento cálido y envolvente por completo.

— Así está mejor— su voz dulce y baja llega a mi oido como calmante. Lo miro de nuevo, viendo sus sonrisa tranquilizadora con detalle. No, con él no pasará eso. Estoy segura.— ¿Dónde quieres que te lleve?

— Mi habitación, por favor. 

Me sentia bien y segura en sus brazos. Aunque igualmente algo nostalgica.

¿Eso era normal?

Vuelvo a mirarlo a medida que subimos los escalones de la entrada. Aprecio sus facciones fielmente por primera vez, aunque sinceramente, sentía que ya lo había hecho antes.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora