XXXII

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— Estoy cansado.

— ¿Día pesado?— pregunto distraída en su cabellera café. Era tan suave y sedosa.

— Demasiado. Padre me dejo a cargo de la empresa mientras salía. Para colmo había tanto papeleo por hacer, unas empleadas estaban discutiendo, se atraso una entrega. Joder, solo quiero dormir.

— Hazlo.

— Duerme conmigo. He notado que cuando duermo contigo a mi lado despierto con más energía.— su voz gruesa sale ahogada contra mi falda— Eres como un sol y yo soy una placa solar. Ah, el poeta deberían llamarme.

— Estúpido— ruedo mis ojos y golpeo su cabeza suavemente.

— ¡Charlotte!— suelto un suspiro y saco con cuidado la cabeza de William de mi regazo— ¡Charlotte!

— ¡Ya te escuche madre!

— ¿Qué sucede?— preguntó confundido Will. Estaba igual que yo, pues mamá no era de andar gritando por ahí. Mucho menos en un lugar que no era su casa.

— Ni i- oh — mis pies se detienen y miro la pared con el pecho hundido.

— ¿Qué?— el castaño me mira con una ceja elevada y luego sonríe de forma maliciosa. No lo entiendo al principio pero luego suelto un grito cuando me carga sobre su hombro.

— ¡William!— chillo asustada, de verdad lo estaba. Pero el lo dejó pasar como un juego — ¡William bájame ahora mismo! — golpeo su espalda a mano cerrada pero no le afecta.

— Uy, que agresiva.— ríe, poniendo mis nervios de punta.

Mi cuerpo rebota con cada escalón que veo. Y mi pecho le sigue el paso a trotes.

— William por favor, vamos arriba.

— ¿Qué hace aquí?— murmura aturdido.

— ¡Charlotte! ¡Oh por Dios!

— Buenas tardes— un escalofrío no si bueno o malo, me recorre todo el cuerpo. Sostengo mi respirar por unos segundos y trato de relajarme lo más que puedo.

— Buenas — William me deja en el suelo con cuidado. Entonces me mira profundamente a los ojos, sus manos aún sobre mi cintura y su boca en una fina mueca de desagrado.

— Ven aquí, hija— nuestra conexión es rota por mamá. Quien con emoción incalculable toma mi muñeca y me arrastra hacia los dos hombres sentados en el sofá.

— ¿Q-que sucede?— pregunto a mamá. Pero la rubia solo me sonríe alegre y me sienta junto a ella en el sofá contrario a mi padre y a Seung.

— Este muchacho vino a pedir tu mano Charlotte— suelta mi padre tan fácilmente. A mí, por otro lado, me cae como una bomba y cuando lo miro, siento que puedo morir allí mismo.

¿Qué estaba pensando?

— ¿Aceptas? Ya le conté a tus padres sobre nosotros.

¿¡Qué!?

— ¡Es una historia hermosa! ¿Porque no nos dijiste que tuviste un noviazgo con Seung? Ay, y yo pensando que le huias a los hombres. ¿Por eso era que te escapabas al bosque de vez en cuando?

— Mamá— murmuro avergonzada.

No no era por eso. Esas veces eran las que iba a encontrarme con el cazador. En las que deshoranba el orgullo de un vampiro a escondidas.

— Charlotte, la decisión esta en tí. Pero en mi opinión-

— Shh, nadie te esta preguntando por nada— mamá lo calla como ya tantas veces a hecho.

La muñeca del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora