¿En serio esto esta pasando?
— No, no, así no. ¿No ves que se ve descuadrado? — Felicia estaba que botaba humo por las orejas, apunto de comerse a la pobre chica encargada de peinarme.
— Lo lamento— susurró la muchacha sin animo en su voz, moviendo sus dedos en mi cabello con rapidez. Desesperada por alejarse de este lugar, de mi tía.
— Tsk.— la tía rodó sus ojos y se giró hacia las tres chicas que servirían de damas de honor.
No conocía a ninguna, en realidad eran conocidas de mi madre. Apenas me había aprendido sus nombres y dudaba que los pudiera retener en mi cabeza por mucho. Suelto aire por mi boca despacio y me fundo en silencio en mi mente. Alejándome así del bullicio incoherente que era la preparación de la novia, osea yo.
Exhalo mi estrés y respiro aún más. Frunzo mi ceño, aquél que ya estaba cansado de la constante molestia. Entonces muevo mis dedos sobre mi regazo, uno detrás del otro, bailando a un ritmo silencioso y desesperado. Al final abro mis ojos y los dejo caer envueltos en un fuego despiadado sobre el suelo. Aquel pobre que sufría mi ira bajo mi pie saltarín.
— Ya está.— subo mi mirada hacia el reflejo y le sonrió agradecida a la chica que dejaba las tenazas sobre la cómoda, tomando enseguida su oportunidad de salida. Su postura erguida se pierde en el umbral de la puerta al mismo tiempo que su mirar demuestra su fastidio.
Pobre.
Mi tía no le presta atención y se acerca a mí, mueve algún mechón de cabello a su gusto y después da unos golpecitos en mi hombro derecho.
— Ya deberías ponerte los tacones— mamá suelta con prisa, corriendo desde el otro lado de la habitación, un tacón en cada mano — ya todo el mundo ha llegado y tu padre esta más histérico a cada segundo. No dudo que empiece a gritarle a los invitados, Oh cielos ¿Qué hice para merecer un hombre así?...No no, ya me hubiera casado con el rubio aquel. Se veía más serio... aunque quien sabe, ese tonto también lo parecía.— murmura en alientos torpes a la par que me pone el calzado. Luego me mira y sonríe tiernamente— ¿Qué cosas digo? Si con él tuve lo más preciado en mi vida.— con un sonrisa de labios cerrados pellizca suavemente mi nariz— Por tí le aguanto todos sus berrinches.
Se levanta sacudiendo su falda y me extiende una mano.
— Vamos, tu padre espera abajo— asiento y me pongo de pie con cuidado, tomando su mano y la de mi tía quién se había movido junto a mi madre.
— Espera — mi tía se acerca y con delicadeza arregla mi collar— perfecto. Ahora sí, vamos.
Con la ayuda de ambas mujeres empiezo mi camino hacía mi matrimonio. Los tacones resuenan rítmicamente contra el suelo y mi corazón alterado le hace competencia. Mi mano envuelta por las ajenas está nerviosa y suda levemente, pareciera que buscaba resbalarse y escapar lo antes posible. También estaba temblando un poco, el aire se sentía frío a mi alrededor y mis ojos angustiados repasaban las baldosas sin descanso, buscando un detalle en alguna como si fuera muy importante. Entonces miro la punta de mis tacones asomarse bajo el vestido. Recatados, miedosos de ser vistos. Salían, brillaban y se ocultaban.
Muerdo mi labio y bajo el primer escalón. Mi cabeza parece temblar con el sonido del tacón y la loza. Mi rostro se sentía entumecido por completo, adormilado por la inyección de adrenalina y ansiedad.
— Vas a arruinar el lapiz labial— me riñe la tía y consecuentemente dejo de morder mi labio.
— Está nerviosa Felicia, no seas tan dura.— la voz calmada de Ana pasa sobre mi como una ola amable y suelto todo el aire que no sabía, contenía.
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La muñeca del pasado
Vampire"Tengo mucho miedo..." "¿A qué?" "A mí misma." ..... "Por favor, no se vayan." No me dejen caer. Ella quiere vencerme...y lo está logrando. Segunda Temporada de 'Esclava de su palabra'. Contenido relacionado a enfermedades mentales tales como la bip...