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Lance apresuró la marcha y recogió a Hunk y a Pidge, quienes estaban flotando a la deriva.

Cuando escuchó los pasos de sus dos amigos, se relajó al instante y dejó de temblar.

-Gracias, volvamos al planeta lo antes posible- dijo agitada Pidge, sacándose el casco.

Lance asintió e intentó bajar lo más rápido posible hacia Altea.

Cuando bajaron de la nave, fueron recibidos, nuevamente, por el Rey, quien tenía un traje, que parecía de... batalla, puesto.

-Vayan rápido a los hangares- ordenó -, deben ayudarnos a pilotar las naves, no tenemos a los suficientes alteanos para hacerlo.

-Lo haremos- contestó seguro Lance, mientras tomaba fuertemente la mano de Keith y lo jalaba.

Corrieron rápidamente a los hangares y se subieron a las naves asignadas.

-Les daré unas rápidas instrucciones sobre cómo deben usarlas- comenzó diciendo el alteano que les indicó las naves, con un tono monótono y aburrido -, el botón rojo dispara los láseres- señaló -, el verde los misiles y el azul es para la ultra velocidad- alejó la mano de los controles -. ¿Entendido?

-Entendido- dijo Lance, viendo cómo la nave se cerraba en su cara -. ¡Vamos, equipo!- gritó, para luego salir del hangar.

Al volver al espacio, las cuatro naves comenzaron a disparar con todo lo que tenían, pero no era suficiente: ninguna nave del bando violeta caía.

Y eso estresó a Keith, quien no dejaba de chillar y protestar, y Lance le decía que se calle. Pidge intentaba dar en el blanco pero los galra eran más rápidos, y Hunk intentaba esquivar los rayos violetas que iban en su dirección.

-¡Necesitamos armas más poderosas!- gritó Keith.

-Uh... ¡Lo tengo!-contestó Hunk- . ¡Necesitamos al león azul!

Todos callaron. Hasta las quejas de Keith.

Los disparos se volvieron más sonoros, entonces el rey habló:

-Tienes razón, Hunk, intentaremos pilotearlo, aunque creo que el único que podrá hacerlo es Lance. Lance, debes volver y tomar al león azul de inmediato, con él podremos vencer a los galra.

-En camino- contestó, luego de disparar tres veces más, yendo lo más rápido posible en las zonas donde no veía naves o disparos violetas.

Una vez de nuevo en la superficie alteana, dejó la nave en el hangar y fue corriendo a la salida, casi que chocando con Alfor.

-Sígueme- ordenó el rey, yendo con paso apresurado hacia otro hangar.

Lance corrió detrás de él, y el rey le extendió el bayard.

-Arma secreta- explicó -. El león te dirá cuándo usarla. Ahora, sube. ¡Ya, ya!

Mullet [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora