Caminaron tomados de la mano mientras tomaban un helado -pagado por Lance-. Con sólo recordar la escena que hizo Keith, se sonrojaba y se llenaba de ternura.
-Oye, Mullet, ¿quieres un helado?- preguntó, sin dejar de caminar. Quería romper un poco el silencio que se había instalado entre ambos. No era incómodo pero quería hacer algo.
-Claro, yo pagaré el mío.-¡No si llego primero!- exclamó Lance, echándose a correr hacia el camión de helados.
Keith, en el trayecto, casi cae por chocarse una piedra. Lance iba corriendo por delante suyo, con mayor agilidad, a pesar de que él se ejercite todo el tiempo y salga a trotar con regularidad.
-Dos helados, por favor, uno de fresa y otro de chocolate- pidió Lance, viendo cómo Keith se ponía de pie y limpiaba su pantalón negro, quejándose hasta de sí mismo.
-Serian $2.50- dijo el hombre, entregándole los helados.
-¡Espere!-gritó Keith, volviendo a correr-. ¡Yo pagaré mi helado!
-Señor, tome esto y no deje que él pague uno de los helados, ¿entendido?- dijo Lance, dejando el dinero en el mostrador. El señor rió juntando el dinero-. Quédese con el cambio. Muchas gracias- dijo sonriente. Se volteó y le extendió uno de los helados al chico-. Toma, Keith, tu helado.
-Ahora no lo quiero- dijo, sentándose en el borde de la vereda y curzando sus brazos-. Yo quería pagar mi helado- protestó haciendo un puchero.-Ya, Keith, levántate- dijo Lance, sonriendo con ternura. Se veía tan adorable-. Toma tu helado, se derretirá.
El par de ojos violeta se posaron en él durante unos segundos. Al cabo de un rato, Keith suspiró y, poniéndose de pie, agarró el helado.
-Bien, no puedo resistirme.
Era hermoso hasta cuando hacía berrinche, pensó Lance, lamiendo su helado.
-Oye, Lance- dijo Keith, dándole una mordida a su helado-. ¿Qué tal si vamos al lago? Oí que habrá un espectáculo ahí.
-Está bien- contestó, apurándose a terminar su helado.
Keith lo miró confundido pero siguió comiendo pacíficamente hasta que Lance tiró el palito en el suelo y lo soltó.
-¡A que yo llego primero!- dijo, comenzando a correr.
-¡Oye! ¡No es justo!-contestó Keith, comenzando a correr también-. ¡Te atraparé!- gritó.
-¿Ah, sí? ¡Pues ya lo veremos!-gritó riendo.
Ambos eran muy felices juntos a pesar de sus diferencias. ¿Cómo es que Lance pudo rechazarlo antes? Él era perfecto, más que nada aquella sonrisa que le gustaba pensar que él era la causa.
Lance era tan extrovertido. No podía creer que Keith lo quiera a pesar de todo. Le había hecho mierda y aún así se volvió a declarar.
Estaba sorprendido y, a la vez, maravillado por ese chico.
Era increíble.
Y, mientras más tiempo pasaban juntos, descubría más y más cosas de él, como aquellos colmillos pequeños que se asomaban en sus labios cuando reía, o cómo su ceño se fruncía cuando quería hacer berrinche.
No podía creer que un chico que parecía tan frío podía llegar a actuar como niño pequeño cuando no conseguía lo que quería.