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Ambos se sumieron en un cómodo silencio. La cara de Lance estaba tan roja que se veía gracias a los fuegos artificiales, y el rostro inexpresivo de Keith, por primera vez, mostró lo nervioso que estaba.

Lance sonrió de lado y le acarició el dorso.

-Claro que sí, Mullet-contestó, apoyando la cabeza en su hombro.

Keith dejó un pequeño beso en su cuello y se estremeció. De repente, le invadió la vergüenza y no sabía qué hacer.

Lance se alejó y le dio un beso. Keith lo agarró por la nuca, intentando profundizar más, y Lance lo agarró de las caderas.

Lentamente, los acostó en el piso, y apoyó los brazos a los costados de la cabeza del chico.

Le acarició la mejilla con cariño.

-Te amo, Keith- susurró cerca de sus labios.

-Yo también, Lance- respondió, volviendo a besarlo.

Keith sentía su pecho explotar de la felicidad. Lance hizo menos fuerza con sus brazos y pegó su cuerpo al de Keith. Él lo abrazó por la cintura y apoyó las manos en su espalda, dejando un beso en la curva de su cuello y su hombro, encima de la clavícula.

Parecía un sueño, otra vez.

Luego de un rato más en el parque, decidieron volver a sus respectivas casas. Habían dicho que no llegarían tarde, y cumplirían su palabra.

Llegaron a la entrada del parque, y allí se despidieron con más besos.

- No quiero irme- susurró Keith, haciendo un pequeño puchero.

Lance sonrió con ternura, mostrando los dientes. Keith quedó fascinado con esa sonrisa tan bonita.

-Mañana volveremos a vernos. Además, tenemos esto- dijo, levantando su celular.

-Falta mucho para mañana- protestó.

Lance rió.

-Verás que pasará en un abrir y cerrar de ojos y ya mañana estaremos juntos.

Keith lo miró en silencio, cruzando los brazos y arqueando una ceja.

-Bien.

Se apartaron de la entrada y Lance agarró su pequeña cintura, plantándole otro beso.

-Adiós, Mullet- dijo, dejando otro beso en su nariz.

Se alejó lentamente, y una gota de agua interrumpió su despedida, haciendo que ambos miren hacia arriba.

Iban a empaparse al correr a casa. Keith se maldijo por no pedirle su coche a su padre, y Lance maldijo por no haberse puesto una campera con capucha. La que había estado usando para el rescate de los Kogane y de Matt se estaba lavando.

-Llueve...- dijo Keith, sin dejar de contemplar el cielo, sintiéndose un imbécil al soltar tal obviedad.

Lance se aproximó y lo volvió a besar. Sintió el sabor del agua de lluvia invadir su boca, además del de la tierra mojada y el frío que acariciaba su nuca.

Quería comprobar si era cierto que los besos bajo la lluvia eran geniales.

Y, mierda, sí lo eran.

-Adiós, Lance- dijo Keith, dejándole un beso en la frente y alejarse hasta que sus manos se soltaron.

Comenzó a correr hacia su casa, pensando que iba mojarse menos, y, aunque sabía que las cosas no funcionaban así y que iba a empaparse más, no pudo resistir sus impulsos primitivos.

Lance repitió esa acción, y corrió en dirección contraria a la que Keith se dirigía. Cruzó la calle, y una bocina sonó a lo lejos.

Cuando miró a su izquierda, un auto iba a toda velocidad hacia él.

Todo fue en cámara lenta. No tuvo tiempo de reaccionar, y, cuando lo hizo, se encontraba ya en el empapado suelo.

No sintió nada.

Vio oscuridad, la lluvia dejó de golpearlo.

Escuchó gritos a la lejanía, eran de ¿un hombre?

¿Había alguien llorando?

Intentó abrir los ojos y no vio más que oscuridad.

Keith, al escuchar el tremendo impacto, volteó a ver qué había sucedido. Ni bien completó la acción, corrió hacia allá, sintiendo su corazón detenerse y partirse en mil pedazos.

El único ser humano que enamoró a Keith Kogane estaba desangrándose en la carretera.

Sacó el celular llamando a la ambulancia. Intentó hablar como persona normal. Estaba entrando en pánico, maldita sea, ¡Lance estaba muriendo!

Cayó de rodillas a su lado. No tenía que tocarlo, recordó aquellas clases que les habían dado en el colegio sobre cómo reaccionar cuando hay accidentes.

Se maldijo por hacer todo mal, salteando todos los pasos.

Sea como sea, Lance necesitaba ir al hospital, ya.

-¿¡LANCE!? ¡REACCIONA, POR FAVOR!- dijo, dándole palmaditas en la cara, sintiendo cómo su pantalón se llenaba de la sangre del cuerpo tendido, inconsciente.

Sollozó.

No lo podía creer.

Sintió unos brazos tomarlo por los hombros y alejarlo de Lance.

-¡No! ¡Lance! ¡Déjenme estar con él, por favor!- gritó, completamente destruido.

-Chico, debes alejarte de ahí, tienen que cargarlo para la ambulancia- le dijo un hombre, dejándolo al lado de una niña pequeña que se tapaba la cara con las manos y su madre sostenía un paraguas entre ambas.

Siguió llorando, viendo cómo lo cargaban. ¿Cuándo habían llegado? No los había escuchado.

¿Fueron tan rápido?

-Necesito ir con él- dijo, y se puso de pie. Iba a echarse a correr en dirección a la ambulancia cuando el mismo hombre le agarró de la muñeca.

- No, no puedes- le dijo -. Sólo familiares pueden acompañarlo.

Keith se tensó. Para él ya eran familia, no de sangre pero, bueno, se entiende.

Mientras tanto, por parte de Lance, no escuchaba ni sentía nada. Estaba perdido, todo era negro. Se sentía suspendido en el aire.

Recordó todo lo que pasó en la tarde y, supuso, sonrió. No lo sabría con exactitud porque no sentía nada, no se sentía dueño de su cuerpo.

¿Siquiera tenía cuerpo?

Ah... Estaba tan confundido.

¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

Escuchó una sirena y, a lo lejos, el llanto desesperado de un chico.

¿Qué pasó?

Mullet [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora