Caminaron de la mano hacia el lago donde supuestamente estaría el espectáculo hasta que encontraron un lugar donde sentarse. Lance, de a ratos, miraba a Keith sentado en el césped, mientras miraba el cielo oscurecerse de a poco.
Admiraba sus ojos y el pelo que caía en su frente, el contorno de su nariz respingada, sus labios delgados y su mandíbula marcada. Miraba su palidez y cómo la iluminación natural del cielo se reflejaba en su piel. Lo miró tanto, que descubrió las múltiples y pequeñas pecas que adornaban sus pómulos.
Parecía un ángel.
-Oye, Lance- dijo Keith, acariciando su mano.
-¿Mhm?- Lo miró, pero él no le devolvió la mirada.
-¿Recuerdas que te dije que te haría una pregunta?
-Por supuesto, dime.
En realidad, Lance no recordaba que quería preguntarle algo.
Se golpeó mentalmente. Era un idiota.
-Te lo diré cuando lancen las luces ancestrales- dijo con voz dramática, haciendo referencia a Arus. Ambos rieron, y se acostaron tomados de las manos en el frío y húmedo césped.
Notaron cómo la Luna estaba en el cielo, y cómo las primeras estrellas comenzaban a brillar mientras el Sol se escondía detrás de siluetas de edificios lejanos.
-Está bien, pero recuérdalo, sabes que no me gusta esperar- contestó, mirándolo. Se apoyó en sus codos, se acercó más al cuerpo tendido a su lado, y dejó un beso en su fría nariz.
Cuando se alejó, vio cómo se sonrojó de oreja a oreja.
Luego de una larga hora, el espectáculo en el lago comenzó. Unas musas comenzaron a bailar en unas plataformas que salían de debajo del agua. A decir verdad, era entretenido el show, pero Lance la pasaba mejor por disfrutarlo con su acompañante.
Siguieron observando el espectáculo hasta que se comenzaron a lanzar los fuegos artificiales. En ese momento, Lance recordó lo que Keith le había dicho.
Ya era el momento en el que Keith le haría esa pregunta tan ansiada. Le comía la cabeza.
-Lance...-comenzó a hablar Keith. Él lo miró, intentando ocultar su ansiedad y sus nervios. Era un manojo de nervios, no sabía cómo hacía para no temblar -. Tú sabes que te amo mucho... Y, bueno, me gustaría ser más que tu amigo.- Lance sintió cómo el calor de la mano de Keith abandonaba la suya, y lo vio sentarse frente a él.
Copió su gesto, sintiendo el golpeteo de su corazón en su cabeza. Su pulso iba a mil por hora, estaba realmente nervioso, aunque ya suponía lo que seguiría a continuación.
Keith tragó fuerte, y lo miró decidido, con los ojos brillando de una forma tan linda que Lance pensó que se habían vuelto azulados.
Le agarró la mano, acercándose un poco más.
-¿Quieres ser mi novio?