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-¡Esto no puede ser, debió habérmelo dicho antes!-decía Keith mientras golpeaba la mesa de su casa, completamente feliz.

-Keith, hijo, ¿qué ocurre?- Krolia paró en seco en el umbral de la puerta del living, viendo cómo su hijo menor interrumpía el camino de su puño contra la mesa para mirarla, con los ojos brillando.

Se veía tan feliz.

Krolia sonrió.

-Mamá, ¿está bien que me vaya a una misión con Shiro por dos meses?- Krolia suspiró como si hubiese contenido el aire.

-Esta fue mi idea, Keith, le dije a Shiro que te comente, era una sorpresa por tu gran esfuerzo en el instituto. -Su hijo bajó su brazo y se recargó en la mesa, cruzado de brazos y una sonrisa burlona cruzó su cara.

-Me lo contaron dos tipos con trajes, parecían el presidente con su guardaespaldas. - Ambos soltaron unas carcajadas hasta que Keith se calmó y agregó:- Aceptaré la misión.

-¡Bien por ti, hijo! Estoy muy orgullosa de ti. - Krolia lo abrazó con todas sus fuerzas y, antes de volver al patio, dijo-: Espera a que tu padre se entere.

El corazón de Keith dio un vuelco. Su padre era un hombre serio, muy trabajador y exigente, además casi nunca estaba en casa, rara vez se veían y no hablaban mucho.

-¿Papá por fin vendrá a casa? -dijo con esperanza. ¿Desde cuándo todo empezó a ir tan bien?

-Sí, y está ansioso de verte- Krolia le sonrió, otra vez.

Keith suspiró, intentando calmar su pulso completamente alterado. Intentando sonar calmado, dijo:

-Ok, cuando llegue avísame, estaré en mi cuarto haciendo mis maletas. -Su madre asintió, y Keith se dirigió a su habitación, aguantando las ganas de gritar de la emoción.

Mullet [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora