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Pidge se pasó la mano por los ojos y asintió cabizbaja. Su hermano se puso de pie y le acarició la cabeza, dándole una pequeña sonrisa.

Miró a los acompañantes de su hermana.

-Tienen que irse ya si quieren evitar un enfrentamiento contra los galra.

Keith bajó la cabeza, asintiendo, y le hizo señas a Hunk para que busque a Pidge. Ella volvió a abrazar a Matt, se separaron y fue con Hunk.

Kolivan volvió a llevarlos por el camino de antes, y se reencontraron con el león.

- Gracias- le dijo Pidge a Kolivan, antes de subir al león. Los chicos se adelantaron y subieron luego de despedirse -. Tenía que verlo y también tenía miedo.

-Lo entiendo- le contestó -. Yo también actuaría así por un hermano.

Pidge asintió, dio dos pasos hacia atrás y, antes de darse vuelta, lo saludó con la mano y subió a la nave.

Lance fue a su lugar, y los chicos volvieron a pararse detrás de él. Apretó botones, movió palancas, y, cuando la puerta detrás suyo se abrió, partieron, alejándose de donde estaba Matt.

Aunque él le aseguró a Pidge que sabía cuidarse y que podría solo, ella no quedó muy conforme con eso, y, aunque intentó dejar atrás la desconfianza y seguir adelante, se le hizo muy difícil.

No dejó de recrear el encuentro una y otra vez, hasta soñó despierta, y lo supo cuando Hunk le habló:

-¿Estás bien?

Pidge pestañeó varias veces, y lo miró.

-Sí, todo bien- respondió de mala gana.

El león siguió yendo a toda velocidad, sin rumbo alguno, suspendido en el espacio, sin idea de dónde iban.

Lance bostezó. Estaba muy cansado. No sabía ni qué hora era, no habían comido desde antes de salir de Altea, y tampoco había descansado muy bien esos últimos días.

Pensó en dejarle la nave a cargo a otra persona, pero recordó que el rey Alfor le dijo que era el único capaz de pilotearla, y la pregunta bajó por su garganta hasta desaparecer.

-Lance...¿tienes alguna idea de dónde estamos?- le preguntó Keith, apoyándose en su hombro.

Lance echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos e inhalando lentamente.

Luego abrió los ojos y miró al frente.

-Estamos en una nebulosa, no puedo ver nada, está oscuro.

El león siguió haciendo movimientos bruscos por culpa de la nebulosa. No lo habían notado hasta que uno fue tan fuerte que Pidge se cayó. Keith se tapó la boca para no reírse y ella lo miró de mala gana.

-¿Qué está pasando?- preguntó, mientras se ponía de pie. 

-No lo sé, pero tendremos turbulencias por un rato- dijo el piloto, mirando los botones.

Tocó un par más, y la nave avanzó más rápido.

Estuvieron un rato yendo a esa velocidad, intentado evitar fuertes turbulencias. Lance se agarraba fuertemente al manubrio, mientras que los tres tripulantes se aferraban al asiento del piloto o pegaban su espalda a la pared.

Para cuando quisieron acordar, la velocidad disminuyó, dejándolos frente a una nave galra. Lance resopló, completamente harto y agotado.

-¡Dios, no puede ser, estas naves están por todos lados! Tenemos que irnos de aquí ya mismo- chilló, a punto de dar la vuelta.

-¡Espera!- gritó Keith, poniendo sus manos sobre las del piloto, ganándose una mirada molesta -. Lance, el dispositivo captó la señal de mi hermano- dijo, y señaló la gigantesca nave frente a ellos.

-¿Y cómo se supone que entraremos?- preguntó Lance, suspirando.

Keith abrió la boca pero el sonido de una explosión lo interrumpió. Todos miraron al frente, tirándose sobre los controles y pegando la cara al vidrio.

Vieron una figura humana luchando con un galra, en el espacio. Pidge tomó una bocanada de aire y se alejó del vidrio.

-Es... ¿Shiro?- preguntó confundido Lance-.  ¿Desde cuándo su brazo brilla?

-Es él. ¡Ve por él! ¡Allá, ya!- ordenó Keith, eufórico.

Lance avanzó hacia Shiro. Se movía muy rápido; el león apresuró la marcha, hasta que abrió la boca y tomó a Shiro.

Le dieron la espalda a la nave opositora, y se alejaron rápidamente de allá, mientras que Keith se echaba a correr para encontrarse con su hermano.

Mullet [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora