6.Lo inimaginable

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Selena Hadrick.

Despierto llorando y gritando, con la respiración agitada y entrecortada. De nuevo la misma pesadilla. De nuevo el mismo miedo a ser violada.

Me levanto lentamente y me siento en la cama. Paso la mano por mi cara, limpiando el sudor. Han pasado dos día desde la ultima vez que vi a la persona que me secuestro, pero no estoy tranquila. Siento que es la calma antes de la tormenta, y no quiero saber que tan violenta sera. 

Durante los dos días que han pasado no han hecho mas que darme de comer cuando es hora. Los guardias no se mueven de las puertas ni un segundo, parecen estar pegados al suelo como las bases que sostienen el techo. He pensado mas de mil maneras de escapar de aquí, pero en todas las opciones, en algún punto soy encontrada.

Debo pensar algo rápido para salir de aquí.

Bajo de la cama gigante, con diseños dorados y me dirijo hacia la sala pequeña pero muy lujosa. Observo un reloj pegado a la pared de color blanco, todavía es de madrugada. Quisiera volver a dormir, despertarme y aparecer en otro lugar pero solo es un sueño, una ilusión.

Me desplomo sobre el sofá, me siento como un ratón encerrado y atrapado, esperando el momento de su muerte. Miro hacia la ventana cubierta con una cortina blanca, donde lo único que se refleja es la luz de la luna.

De repente una lluvia de recuerdos me golpea y me pregunto que tal están Carmen y Karla. ¿Si ya durmieron bien o si estarán pensando en mi? Mis ojos se cristalizan nuevamente pero no me permito derramar ninguna.

Cuando lloro me siento inútil y sin motivación para seguir. La cara de Carmen, Karla y las demás en el convento aparecen en mi mente, todas sonriendo, alegres. Un deseo se apodera de mi y mis fuerzas de escapar se fortalecen. 

No puedo quedarme sentada, haciendo nada. Viendo como me tratan, como una muñeca sin vida. Me quedo despierta el resto de la madrugada, hasta que una persona entra en la habitación.

—¿Señorita Selena?—una voz femenina se hace presente en la habitación. Escucho sus pasos ligeros y apresurados. Observo nuevamente el reloj, son pasadas de las ocho en punto.

Me levanto del sofá sin emitir ningún sonido y la miro. Lleva un traje de sirvienta de color café con cuello de encaje alto. Se mira mas joven y aniñada que yo, mechones rubios descienden a los lados de su cara. Tiene el entrecejo fruncido y su cara expresa preocupación cuando se acerca a la cama y no me mira.

—Estoy aquí—mi voz suena ronca debido a la resequedad de mi garganta.

Su cara se relaja y exhala un suspiro de alivio cuando me ve. Se acerca con paso rápido hacia mi con una bandeja de comida en las manos de la cual no me había percatado anteriormente. Atraviesa la habitación y cuando esta frente a mi hace una reverencia.

Coloca la bandeja en la mesa larga del centro y se presenta—Mi nombre es Raquel y de ahora en adelante serviré a la señorita.

La miro perpleja—¿servirme?

Ella asiente enérgicamente con una sonrisa resplandeciente.

—Pero, yo no necesito que tu hagas tal cosa—protesto.

Su cara se arruga y afligida suplica—¡por favor, señorita! ¡No haga las cosas difíciles para esta sierva!

La miro, ¿acaso recibirá un castigo por mi culpa? No puedo permitir eso pero tampoco quiero que nadie me sirva y se haga llamar mi siervo.

Lo pienso por unos segundos, hasta que me decido—de acuerdo, pero cuando estemos a solas no debes hacer esa referencia y mucho menos inclinarse ante mi, ¿entendiste?

An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora