29. Una relación sin sangre.

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Selena Hadrick.

Intento calmar mi respiración acelerada y aun eufórica, me levanto de la silla.

—Yo no se tu pero yo, me largo—digo mientras giro en mis tobillos a la entrada del salón. 

Pido a un sirviente que me guía a la salida y a otro que llame el carro de el Sr. Morris. Me quito los tacones y camino descalza con ellos en mano. Siento una fuerte punzada de dolor en mi cabeza y me quejo por lo bajo. El alcohol en mi sistema empieza a mostrar sus efectos y no soy capaz de sentir la temperatura del piso.

Camino rápido, con grandes deseos de regresar a casa. Mi vista empieza a nublarse un poco y eso solo me molesta mas. Las palabras de Darien se repiten en mi cabeza, haciendo que cada una de mis células se llene de rencor hacia mi captor. ¿Perdonarlo? ¡Debe estar loco para pedirme semejante cosa!

Sin poder evitarlo me sostengo de la pared, mi cabeza da vueltas. El sirviente se acerca rápidamente para ayudarme pero en el momento en que pone su mano en mi hombro lo empujo lejos.

—Gracias pero, puedo sola—aseguro empezando a caminar nuevamente.

Lo ultimo que quiero en este momento es que alguien me toque. No quiero que nadie me vuelva a tocar, por lo menos esta noche. Caminamos por varios pasillos hasta que llegamos a la entrada del hotel. El carro esta aparcado enfrente, listo para llevarme lejos de este lugar. Los guardaespaldas de Darien aparecen y yo me subo a la limosna, al igual que ellos en unas camionetas negras detrás de mi. En seguida el conductor pone en marcha el auto y sin poder evitarlo caigo en un profundo sueño...

☼☼☼☼☼☼☼

Mi cabeza duele. Me estiro sobre la cama y con la yema de mis dedos siento el cubre de terciopelo. Es suave y cómodo. Frunce el ceño sintiendo otra punzada de dolor en mi cabeza, es la resaca. Me quejo por lo bajito y tomo una almohada para luego colocarla en mi cara. El sol es demasiado brillante. 

No me muevo por varios minuto, pensando en los documentos que menciono Adolfo. Si soy capaz de conseguir esos documentos, podría ser capaz de arruinar por completo a Darien. ¿Pero como los consigo? ¿Donde los esconde? ¿Seré capaz de descubrirlo? ¿Y que pasa si me descubre?

Una lluvia de preguntas empieza en mi cabeza y sin embargo, estas son imposibles de responder. Al menos por ahora. Tomo nuevamente la almohada retirándola de mi cara, para luego lanzar la lejos. Preguntar esas cosas no tiene ningún sentido, solo va a hacer que me duela mas la cabeza. Mis parpados se abren y se cierran rápidamente, me levanto como puedo de la cama y me acerco a la ventana para correr la cortina. Los rayos del sol desaparecen y el cuarto queda a oscuras. Bostezo y camino hacia el baño.

Lleno la tina con agua caliente y agrego fragancias en lavanda. Luego me desvisto y me meto a la tina. El agua tibia hace que mi dolor en el cuerpo y en la cabeza empiece a desaparecer lentamente. La fragancia a lavanda se siente por toda la habitación haciéndome imaginarme en un campo lleno de flores. Cierro mis ojos y no pienso en nada.

Necesito un descanso. Luego de un tiempo alguien toca la puerta y se que es Raquel. Escucho sus pasos acercarse y aunque mantengo mis ojos cerrados estoy alerta, nunca se sabe cuales pueden ser los movimientos de Darien.

—Buenos días, Señorita.—escucho su voz y simplemente asiento,—El jefe ordena que se aliste de inmediato y vaya a su escritorio hay un invitado.

¿Un invitado?

Me levanto de la tina y Raquel rápidamente me pasa una toalla,—de acuerdo. Ve a preparar un vestido, que sea sencillo y elegante.

Raquel asiente y se retira...

Camino por los pasillos lentamente, siguiendo a Raquel para ir a la oficina de Darien. Nunca había entrado a ese lugar, ni siquiera se donde queda. Mi vestido amarillo de falda amplia se mueve un poco mientras taconeo. Ondas gruesas caen por mi espalda debido a la cola alta en mi cabello. Cuando llegamos la sirvienta señala la puerta y yo me acerco a esta, abriéndola con impaciencia.

La habitación (como todas) es elegante y sencilla. Todo esta ordenado y limpio, con mas de alguna estatua o jarrón costoso. Luego me fijo en las personas que me miran, una con intriga y la otra con dolor. Una mujer rubia, de ojos azules esta frente a mi. De unos 35 o 37 años, luce sus curvas en un vestido beige apretado. Camino hacia ellos y los saludo de forma cortes.

—Buenos días—la extraña responde con amabilidad—, soy Marie Morris.

La miro con una ceja alzada y Darien interrumpe:

—Selena, ella es mi madrastra.

Madrastra..., ahora lo entiendo. No es de extrañar que no tiene ningún parecido. 

—Es un placer, soy Selena Hadrick—me presento con una falsa sonrisa.

—Un placer cariño, por favor siéntate.—pide y sin dudar lo hago—Darien me ha hablado mucho sobre ti, déjame decirte que lo tienes loco—dice y mi mueca se borra.

Darien arruga su cara y yo solo puedo verla,—pues eso no me hace mucho placer.—digo y ella me mira asombrada—Por favor no se ofenda, hablaremos en otra ocasión.

Me levanto y salgo de ahí. Marie Morris, si ella es su madrastra debe saber muy bien a que se dedicaba su esposo, entonces... No he de dejarla ir tampoco.

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De aquí en adelante, habrá mucha acción, prepárense mis amorzhes. Como siempre espero les guste, nos vemos hasta el lunes y por favor comenten, que me hacen la mas dichosa del mundo.

Clai♠


An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora