13. Crueldad

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Selena Hadrick.

El horrible temblor provocado por el miedo hace que inevitablemente el aparato se resbale de mis manos y caiga al suelo. Me quedo estática, con la cabeza hecha un lió y el corazón en la boca.  

—¿Cariño, podrías recoger el boquitoqui?—oigo la voz espeluznante de ese hombre que dice amarme pero aun así no logro entender lo que dice. Es como si estuviera hablando en otro idioma.

—¡Recógelo Selena!, no tengo tiempo para estar esperándote.—exclama con voz demandante y ronca.

Intento agacharme sin caerme y recojo la cajita negra, ojala no la hubiera recogido. Vuelvo mi mirada hacia la esquina de la calle, Raquel esta tan asustada que no puede dejar de llorar y su cara esta tan roja que cualquiera podría decir que es un tomate. Mi vista se dirige hacia el culpable y trago con fuerza. Sabia que era loco, que estaba enfermo de la mente pero no tanto como para sonreír sosteniendo un arma en la costilla de una persona muerta de miedo. 

—¿Ya sabes lo que tienes que hacer, verdad?—me tiene arrinconada cual gato casando su presa, un ratón indefenso y miedoso.

La poca gente que transita por la calle no se da cuenta de nada, caminan con la cabeza metida en sus celulares ignorando completamente la existencia de los demás. Observo la puerta de madera, al otro lado de ella se encuentran mis amigas, mi familia y mi hogar. Cierro mis ojos con fuerza y lloro con amargura, ¡quiero gritar! ¡Quiero gritar por ayuda y contarles como ese hombre enfermo que dice ayudar a los pobres, abusa de ellos! 

El sentimiento de la impotencia me embarga, causando que la rabia pura corra por mis venas con libertad y por primera vez deseo hacerlo trizas. No. Desde antes tuve este sentimiento yo, simplemente no lo puedo ni pude aceptar. Mis pies inmóviles hasta este momento empiezan a moverse. Doy un paso hacia adelante y luego otro. Estoy caminando hacia mi muerte y estoy consciente de ello.

Podría gritar y pedir auxilio pero aun así nadie detendría esa bala lista para salir del cañón de la pistola. A pesar de no conocer ni ser amiga de Raquel aun así es una vida y yo no puedo ser la causa de su muerte. No podría cargar con la culpa el resto de mi vida. Mi respiración inestable me provoca mareos y creo que podría desmayarme.

Camino lo suficiente para quedar a pocos pasos de distancia, su mirada llena de furia se encuentra con la mía, provocandome un escalofrió en la espalda. Se da la vuelta y empieza a caminar hacia una camioneta blanca, sin siquiera pensarlo se a lo que se refiere y lo sigo con miedo. La compuerta de la camioneta se abre y muestra unos asientos simples, super distintos a los del automóvil anterior en el que estuve. Empujando a Raquel sube y yo lo sigo.

¡Dios mio, ayúdame! No puedo hacer nada mas que suplicar a mi Padre Celestial que me ayude a pasar esta horrible situación que me espera. La compuerta se cierra y la camioneta empieza a avanzar alejándose del Convento Springs. Lo primero que siento y apenas logro ver es a Morris pegarme una fuerte cachetada, mi mejilla arde debido a el impacto. Alza su mano izquierda y al igual que la derecha me proporciona una fuerte abofeteada.

El rodete en mi cabello se deshace y la diadema sale volando hacia un lado,—¿pensaste que podías escapar de mi?—sisea a pocos centímetros de mi cara.

Mi cabeza ladeada por el golpe regresa a su posición original, para luego levantar la y mirarlo desafiante a los ojos.—No solo lo pensé, ¡lo desee!—exclamo reuniendo todas mis fuerzas. Su entrecejo se arruga mas y vuelve alzar su mano pero, esta vez en un puño cerrado. El impacto es tan fuerte que me deja completamente aturdida.

—¡Sigue soñando!—se ríe con arrogancia.

—No te preocupes que no solo soñare con ello, sino que lograre escapar de ti, bastardo—digo sin pensar demasiado, sin medir las consecuencias. Vuelve a pegarme pero esta vez en el estomago, haciéndome gritar del dolor y dejándome sin aire. Caigo sobre el asiento de la camioneta y es cuando me percato nuevamente de la presencia de Raquel. 

Esta encogida en una esquina, sus ojos completamente rojos y sus mejillas cubiertas con rastros de lagrimas. Sigue sollozando en voz baja y su cara llena de sorpresa y lastima me mira. ¿Tan mal me miro? Quiero preguntar pero el ultimo golpe me dejo sin fuerzas para moverme y hablar. 

Siento una mano tomarme el cabello con fuerza y solo puedo soltar un alarido del dolor. Se agacha lo suficiente para estampar sus labios sobre los míos, se mueven violentos, desesperados y llenos de deseo. Intento separarlo pero mi intento es inútil, no tengo fuerza en los brazos.

Cuando se empieza a quedar sin aire se separa de mi y luego me suelta, escucho sus paso alrededor de la camioneta y luego lo veo aparecer con una jeringa con un liquido azul brillante. Me quiero levantar y protestar pero no soy capaz de ello y lo único que puedo hacer es culparme por ser débil e indefensa. Inserta con violencia la jeringa en mi brazo derecho, introduciendo ese liquido en mi sistema y lo único que puedo pensar es que me están drogando.

—Duerme cariño, duerme.

Mis ojos llenos de lagrimas lo miran con furia antes de cerrarse y caer en un profundo sueño.

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Ay, que mala soy *-*

Me arrepiento de hacerla pasar tan malos momentos perooooo, por otro lado, ¿no creen que es intrigante?

Esperen hasta mañana, bye.

Clai♥

An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora