7. El horror 1/2

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Selena Hadrick.

Una mancha verde y colores tierras se miran a través del vidrio. Hace mucho tiempo dejamos las casas atrás y entramos al bosque espeso. No se cual es, ni adonde vamos. Sigo perpleja debido a unas pocas palabras de este hombre a la par mía.

Colección de niños.

Un escalofrió recorre mi columna. Eso quiere decir que secuestra niños, niños inocentes y puros. Volteo mi cabeza para observarlo, su cuello esta apoyado sobre el respaldo del asiento cubierto en cuero. Tiene su mano entrelazada con la mía, pero no transmite calor ni seguridad. Todo lo contrario.

La presencia de este hombre me da miedo. Mucho miedo. Esta dormido profundamente, su cara se mira angelical, cosa que no es. ¿Quien podría imaginar, que los tan alabados y admirados Morris son capaces de hacer estas atrocidades?

Volteo mi mirada hacia el vidrio nuevamente y me pierdo en mis pensamientos el resto del viaje. Luego un redondel se hace presente, hay una cueva enfrente de la fuente con la estatua de un niño literalmente angelical. El carro gira la mitad del redondel, dejándonos enfrente de la cueva.

El primero en bajarse es el conductor que nos abre la puerta y luego le sigue el enfermo que me jala para bajar yo también. Mientras caminamos directo hacia la cueva me doy cuenta que no se el nombre de este hombre y luego percibo el desinterés de mi ser por saber algo tan insignificante como su nombre.

Debido a el trance en que estaba no me había fijado de las otras dos camionetas negras que nos seguían y mucho menos de los diez hombre que nos pisan los talones.

Entramos a la cueva y me doy cuenta que apesar de ser una cueva esta super limpia. Él deshace la conexión de nuestras mano y se acerca a una parte especifica de la cueva, lisa y fría. Alza la mano y toca un pequeño circulo en la pared. Este se hunde y una compuerta se abre y muestra una tabla que brilla en azul.

Él coloca su mano sobre ella y una voz dice: Identificación verificada.

La tabla desaparece al igual de rápido que apareció y otra compuerta se abre, mostrándonos un elevador dorado. El lugar es espacioso puesto que todos entramos y no quedamos apretados. Uno de los hombres presiona un botón con el numero 2, y empezamos a descender.

Un tin suena cuando las puertas del ascensor se abren. Toma mi mano nuevamente y salimos. Caminamos por pasillos empapelados en diferentes tonalidades doradas y con esferas lumínicas, el piso esta cubierto por cerámica tan blanca que soy capaz de ver mi reflejo claramente.

Mis piernas empiezan a temblar en una premonición que señala el mal a pocos metros de mi. No quiero ir. Adonde sea que vayamos no quiero ir. Pero no soy capaz de detenerme o mejor dicho no me dejaran hacerlo.

Cruzamos varias puertas y pasillos de donde se escuchan gritos, sollozos y risas. Un nudo se forma en mi garganta. Dios sabrá los horrores que se cometen en el otro lado de la puerta. Dejamos todos esos lamentos atrás y llegamos a una gran puerta de caoba.

Tiene dos hombres en cada costado y a juzgar por su apariencia, son sirvientes. Abren las puertas cuando nos miran acercarnos, dejando a la vista una sala. Aun mas hermosa que las pasadas anteriormente, tiene una mesa con te servido, hay dos sillones y un sofá con estilo... ¿francés? Una alfombra roja escarlata cubre la cerámica y hay cortinas del mismo color.

Entramos a la habitación y pronto me doy cuenta de algo mas, no es una simple sala. Es un palco. Me zafo de su agarre y por el rabillo de mi ojo observo a los guardias ponerse alerta, piensan que quiero escapar. Pero Morris levanta su mano y los detiene, para luego salir de la sala mientras yo me acerco al balcón.

Una gigantesca sala aparece en el panorama con numerosos palcos en la parte superior del lugar. En la parte inferior yace asientos llenos de personas vestidas con esmoquin y vestidos elegantes. Todos portan un antifaz distinto, haciendo muy difícil poder identificarlos.

Todos están sentados, algunos charlando entre ellos y otros simplemente sentados hacia la misma dirección. Dirijo mi vista hacia el lado derecho de la sala, hay un escenario grande con unas cortinas al fondo. Observo un podio a un costado y una X en el centro del escenario.

Mi corazón empieza a correr dentro de mi pecho, tan rápido que siento que en cualquier momento va a salir de mis entrañas. Y repentinamente la respiración me empieza a faltar. Cierro mis ojos y deseo con todas mis fuerzas que no se la atrocidad que estoy pensando. Unas manos frías y grandes envuelven mi cintura.

Me toman de manera dominante y me obligan a darme la vuelta. Mi cara esta a pocos centímetros de la suya. Nuestras respiraciones chocan entre si y él sonríe con arrogancia.

¿Te gusta El Latmir?—dice desbordando orgullo—,es el nombre de el mercado negro que mi padre creo y que ahora me pertenece.

—¿Como me podría gustar algo así?—no me molesto en ocultar el desprecio y el asco en mi voz.

Una risa sonora sale disparada de sus labios—no lo se, cariño. Pero sera mejor que empieces a acostumbrarte, porque cada vez que venga tu vendrás conmigo.

Retira su mano de mi cintura y saca un antifaz plateado, con una plumas al costado derecho. Se acerca a mi y pasa sus manos con cuidado por mi cabeza, colocándome el antifaz. Saca otro del mismo color y se lo coloca, sin embargo este no posee las plumas de color negro como el mio. 

Se acerca nuevamente a mi y me toma de la nuca con fuerza, plantando un beso en mis labios. Intento resistirme, empujándolo desde el pecho pero es inútil. Toda mi fuerza no es nada comparada a la de este enfermo. Sin tener otra alternativa muerdo su labio inferior con fuerza hasta sentir el sabor de la sangre. Un gemido de dolor sale de su boca y se separa para limpiarse la sangre.

Entonces una amplia sonrisa aparece en su rostro,—me encanta que seas ruda, cariño.

—¡Damas y caballeros! ¡Queridos compradores!—una voz se escucha en toda la sala—, el día de hoy daremos inicio a una nueva subasta.—el orador habla animadamente mientras el publico aplaude.—¡La colección mas exquisita que hemos tenido en toda nuestra historia! Seis niños y nueve niñas, de 10 a 15 años y todos de nacionalidad brasileña.—La bilis sube por mi garganta, siento que voy a vomitar. Volteo hacia el escenario y es cuando miro a los 15 niños, esposados y vendados, todos en ropa interior.

—¡Empezaremos con...—dijo de escuchar al orador extasiado porque todo a mi alrededor es mudo. Me duele la cabeza y siento que todo a mi alrededor da vueltas. Soy consciente que estoy cayendo, pero unos brazos fuertes sujetan mi espalda evitando la caída, mientras cierro mis ojos para sumirme en un sueño profundo.

*******

Hello, amorzhes.

¡Maratón! ¿Que les pareció la primera parte del maratón? *O*

¿Intenso? Bueno esto no es nada comparado con lo que se viene, prepárense porque los haré gritar de la emoción. 7w7

La segunda parte, mañana. Así que esperenlo con ansias.

Clai♠

An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora